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La inactividad de buques enfrenta a navieras y aseguradoras ante una nueva gestión del riesgo

Las restricciones impuestas en las cadenas de suministro y la movilidad internacional como consecuencia del covid-19 tiene graves implicaciones para el sector naviero.

  • Última actualización
    28 mayo 2020 13:54

Aunque la amenaza de los peligros que normalmente enfrentan los buques en alta mar se ha reducido en muchos casos por el creciente número de buques fondeados en espera o en hibernación, nuevos riesgos han venido a sustituirlos, como pone de manifiesto la última publicación de Allianz Global Corporate & Specialty (AGCS) “Seguridad de activos marítimos: a remolque de la pandemia”.

“La mayor interrupción y presiones económicas provocadas por la pandemia tiene también graves implicaciones en la gestión de riesgos para el sector naviero y las aseguradoras”, dice el capitán Rahul Khanna, director general de Consultoría de Riesgos Marítimos en AGCS.

Si no se gestiona adecuadamente la inactividad de los buques, incluyendo su mantenimiento periódico, pueden surgir problemas cuando el buque esté listo para volver a navegar. El relevo de tripulaciones es cada vez más difícil por las restricciones de viaje, lo que significa tripulaciones más cansadas, una de las principales causas de error humano a bordo. 

 

Buques en hibernación

Asimismo, el retraso en las revisiones e inspecciones de buques y de equipos de emergencia, puede ocultar problemas, en tanto que la interrupción de las cadenas de suministro supone plazos mayores, lo que puede provocar daños en las máquinas si no se utilizan las alternativas adecuadas. El creciente recurso a pilotos en remoto para proteger a las tripulaciones del riesgo de infección, también puede afectar a la navegación segura.

Aunque los barcos siguen activos durante la pandemia, muchos se han visto afectados y quedan improductivos. Se considera que un barco está hibernando cuando se ha retirado de explotación y está fondeado en un lugar fijo durante un tiempo sin desarrollar actividad comercial. En la llamada hibernación en caliente, conserva la tripulación a bordo y puede reanudar la navegación con cierta rapidez. 

En la hibernación en frío, se mantiene la tripulación mínima necesaria para el mantenimiento, pero se apagan la mayor parte de los sistemas del buque. Su reactivación puede llevar tiempo, ya que exige pruebas exhaustivas para garantizar su seguridad, y puede ser muy costosa.

 

Evaluación de riesgos

”Una hibernación no prevista puede dar lugar a un largo proceso de puesta en funcionamiento, que puede prolongarse durante meses e incluso exigir el atraque del buque”, explica Khanna, quien añade que para garantizar la seguridad del buque tanto durante su inactividad como en la posterior puesta de nuevo en explotación, “es fundamental contar con una planificación exhaustiva que incluya la evaluación de riesgos, incluidos los de almacenamiento e hibernación”.

La mayor interrupción y presiones económicas provocadas por la pandemia conlleva también graves implicaciones en materia de gestión de riesgos tanto para el sector naviero como para las aseguradoras

Relevo de tripulacionesLas restricciones impuestas por la pandemia han dificultado el relevo de tripulaciones en los buques. Con el cierre de fronteras, las posibilidades de repatriación se han visto limitadas y, en muchos casos, las tripulaciones han seguido trabajando a bordo más tiempo de lo normal. Los tiempos más largos de servicio, junto a la preocupación por sus familias, pueden causar fatiga física y mental en los marineros. 

Se estima que entre el 75% y el 96 % de los accidentes marítimos puede atribuirse a errores humanos, y la fatiga es una de las principales causas. “El ajuste de las horas de trabajo y descanso permite una gestión eficaz de la fatiga”, afirma el capitán Nitin Chopra, consultor jefe de Riesgos Marítimos en AGCS. “En algunos casos, la contratación de marineros locales puede ser una opción”.

Reconocimientos, inspecciones y revisionesLas sociedades de clasificación están teniendo problemas para organizar la asistencia a inspecciones programadas, lo que afecta a la validez de las clasificaciones y a la certificación legal de los buques. La revisión de equipos críticos puede no producirse, en algunos buques, con la frecuencia programada por la imposibilidad de que los correspondientes ingenieros estén presentes. La escasez de mano de obra y la aplicación de medidas de distanciamiento social en los astilleros está causando retrasos. Se prevé una reducción en el número de inspecciones de control del estado rector del puerto como consecuencia de las restricciones en vigor, lo que puede dar lugar a que no se detecten prácticas y situaciones contrarias a la seguridad a bordo.

 

Desafíos para las navieras

“El riesgo resultante del retraso en la revisión de los equipos de emergencia (por ejemplo, los dispositivos contraincendios) va a exigir la puesta en práctica de medidas adicionales de control”, afirma Chopra. El informe destaca, entre otros, los siguientes desafíos para el sector naviero:

- La interrupción de las cadenas de suministro entraña plazos mayores para el suministro de combustibles y consumibles, lo que puede dar lugar a daños en las máquinas si no se utilizan las alternativas adecuadas.

- El creciente recurso a pilotos en remoto (para proteger a las tripulaciones del riesgo de infección)  también puede entrañar un mayor riesgo para la navegación segura de los buques.

- La restricción de los servicios de mensajería en numerosas regiones hace que resulte imposible enviar muestras de combustible a laboratorios en tierra para su análisis. Este hecho puede llevar a la utilización de combustibles de caldera sin que medie el correspondiente análisis, lo que incrementa el riesgo de daños en las máquinas.