A la espera de que la Comisión Europea cumpla sus compromisos y publique el informe sobre el impacto del ETS marítimo en su primer año de andadura, la única certeza es que el comercio de derechos de emisión va a seguir su curso sin variación alguna en 2025 y sin que de momento las peticiones de España y una decena de países europeos hayan tenido efectos.
Para la CE el ETS no ha generado desvío de tráficos o como mínimo no pueden ser medidos dada la afectación por los tráficos del mar Rojo. Por eso, 2025 no verá en principio cambio alguno en torno al ETS y veremos, en todo caso, si la petición española de aprobar un Plan de Contingencia es tenida en cuenta. Más a más, desde el 1 de enero ya está en vigor la normativa FuelEU Maritime y con ella arranca toda la senda de plazos de descarbonización que impone la UE al transporte marítimo, lo que de momento trae un 2025 con nuevos recargos establecidos por las navieras.
Estas, sobre todo las del ámbito del contenedor, también afrontan un 2025 agitado por una razón si cabe más trascendental. Desde el 1 de febrero, las nuevas alianzas echan a andar con el proyecto Gemini de Maersk y Hapag-Lloyd como bandera y con estrategias operativas diversas. Habrá que ver el impacto en los niveles de servicio de las propuestas y, sobre todo, si se produce alguna tendencia clara en la evolución de los fletes, bien al alza, bien a la baja.