Dentro del eje estratégico 1 (Mediombiente: contribuir a la transición energética de y desde el sector marítimo), sin duda la medida más destacada de la Estrategia es la propuesta de implantación de un Plan de Descarbonización, con una “adecuada dotación económica” que:
+Proporcione ayudas a nuevas construcciones, finalización de buques en construcción o modernización de buques existentes.
+Considere tanto las inversiones (CAPEX), como los costes de explotación (OPEX) más elevados derivado de sus mejores prestaciones medioambientales.
+Incluya medidas de carácter transitorio (hasta disponer de nuevos combustibles).
+Preste especial atención a las pequeñas y medianas empresas, con una menor capacidad para abordar las fuertes inversiones iniciales necesarias.
+Provea servicios de asesoramiento especializados.
Este Plan es en estos momentos una de las prioridades del Ministerio de Transportes. Tal y como aseguró el secretario general de Transporte Aéreo y Marítimo, Benito Núñez, en la reciente Asamblea de ANAVE, el Plan incluirá “mecanismos de ayuda y compensación de los costes derivados de las obligaciones de las normativas medioambientales” al tiempo que insistió en que “entre las medidas previstas, se contempla el establecimiento de ayudas para la renovación y modernización de las flotas de los armadores españoles”.
Nada dice la Estrategia Marítima de inversiones concretas previstas para este Plan. De igual forma no hay horizontes de implementación concretos, incluyéndose la medida en el objetivo estratégico de 2030.
Es por eso que en la citada Asamblea de la Asociación de Navieros Españoles, su presidente, Vicente Boluda, reclamó el pasado jueves que ese Plan Nacional de Descarbonización del Transporte Marítimo tenga entre sus objetivos destinar los recursos recaudados a través del sistema europeo de comercio de derechos de emisión (EU ETS) y a través de las penalizaciones del FuelEU Maritime a “inversiones concretas, con criterios objetivos y plenamente alineadas con la realidad del sector”.
Según subrayó Boluda, los armadores españoles ya han invertido más de 800 millones de euros en la adquisición de nuevos buques y en la mejora de los existentes, y hay proyectos en marcha por al menos 1.000 millones adicionales. En este sentido, el presidente de ANAVE subrayó que “una colaboración público-privada firme y bien orientada permitiría multiplicar estas inversiones, acelerar la reducción de emisiones y consolidar una transición energética al alcance de todas las empresas, grandes y pequeñas”.
Hay que destacar que no hay referencias en la Estrategia a incorporar los ingresos del ETS y el FuelEU Maritime al Plan de Descarbonización. La única referencia a estos ingresos es para señalar el compromiso de incentivar la participación y el aprovechamiento por las navieras españolas del Fondo de Innovación de la UE constituido por los derechos de emisión del sector marítimo” y advirtiendo de que “la gestión por parte de España de los fondos recaudados del sector marítimo del ETS deberá tener en cuenta no solo los proyectos a largo plazo de nuevas tecnologías, sino las innovaciones ya existentes”.
Dentro de este eje estratégico de medioambiente, la Estrategia Marítima incluye otras medidas como “ampliar y mejorar el programa de ecoincentivos marítimos, extendiendo su ámbito a países terceros (Reino Unido, norte de África) y a otras unidades de transporte intermodal; y promover un ecoincentivo europeo, que considere el sistema de transporte europeo como un todo, evitando la reducida consideración de los servicios en puerto”.