Menú
Suscripción

Volver el 2022

Bill Gates, nuestro Nostradamus contemporáneo, dice ahora, en una entrevista a El País, que en 2022 España estará en la normalidad normal, o casi.

  • Última actualización
    19 febrero 2021 10:47

Habrá que hacerle caso, porque acertó de pleno cuando hace 5 años predijo buena parte de lo que está pasando con la COVID. Miren por dónde, hemos encontrado, al fin, una buena noticia. Firmamos por volver en el 2022 a una normalidad normalita. Nos agarramos a lo que diga este buen hombre, que cuenta en su singular trayectoria vital, sin duda, con más aciertos que fallos.

Si ponemos su nombre en google, veremos que muchas de las informaciones sobre Bill Gates ya no empiezan por términos económicos o informáticos. Ahora lo más habitual es eso de “Bill Gates vaticina…”, “Bill Gates predice”. Todo su rotundamente exitoso pasado hoy ya nos importa poco, lo cambiamos gustosos por una brizna de información sobre nuestro futuro.

Ni epidemiólogos, ni virólogos, ni Brujas Lolas, ni (mucho menos) Illas o Simones… lo que mola ahora, en eso de decirnos cómo viene el futuro, es el Bill Gates. Al loro.

Y no se crean que uno se gana el prestigio, como futurólogo, así como así. Nadie hace caso a un adivino en su primera predicción. Sobre todo, si es catastrofista. Pero si acierta en la primera, como es el caso, la segunda vez que predice algo, por haber acertado a la primera y por ser algo más positiva su predicción, no nos queda otra que tenerla en cuenta.

Dice que en 2022 se podrán volver a hacer actos multitudinarios. Eso es lo que nos importa. Como dice un buen amigo... y cito textual: “Cuando se celebre una nueva Buti sentiré que vuelvo a la vida”.

 

Hemos de tener en cuenta lo que estamos haciendo de sufrir a los comerciales de nuestro sector. Por si no estaban ya algo aliquebrados por las nuevas tecnologías y los “tenders”, llega esto de las videoconferencias, que son la antítesis de la lujuria

Ya no queremos términos medios. A estas alturas, con estas harturas, no estamos ya para minués. Hasta las narices de eso de que hoy os podéis juntar cuatro, mañana seis, pasado ninguno, dentro, fuera, con mascarilla de un tipo, de otro... Y todo esto ordenado y modulado de modo distinto y cambiantes, cada día, en cada una de las comunidades autónomas. No podemos con tantas emociones. No se trata de salir menos o nada de casa, de comer cada día con la misma, persona. Se trata también de que nuestra mente ya no nos da para más. Si no sabemos dónde hemos dejado el coche, cómo vamos aprendernos esta desquiciante combinación de reglas. Que es que nos para un guarda y hasta que averiguamos que es porque son las tres y cinco de la tarde del viernes y vamos a pasar de un barrio a otro cerrado perimetralmente por la pandemia… pasamos cierta inquietud. Como para ir con un cadáver en el maletero.

Ya no estamos para decimales. Ya no queremos que nos dejen estar en una terraza muertos de frío a dos metros de tu compañía, manchada la mascarilla con salsa de tomate, al no coordinar lo de hablar-poner, comer-quitar. O todo o nada. Además del daño que todo esto hace a las relaciones personales, privadas, hemos de tener en cuenta lo que estamos haciendo de sufrir a los comerciales de nuestro sector. Por si no estaban ya algo aliquebrados por las nuevas tecnologías y los “tenders”, llega esto de las videoconferencias, que son la antítesis de la lujuria. Los grandes comerciales ganan en las distancias cortas. Esas que ahora están prohibidas.

Iremos este año poco a poco, acercándonos unos a otros, despacito, rogando porque sea cierto eso de que nos devuelven la vida el año que viene.

Solo nos falta saber si será el 22 por la mañana o por la tarde.