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Nueva normalidad

Pues ya estaría. Han sido tres meses de mando único, de confinamiento, de desescalada y fases. Comenzamos la semana y lo hacemos con la recién estrenada “nueva normalidad”. El sábado, a medianoche, dejó de estar vigente el estado de alarma (y todo lo que ello conllevaba) y, como si se tratara de la calabaza convertida en bella carroza en la Cenicienta, justo a medianoche, volvimos a nuestra nueva realidad. A tener en nuestras manos una calabaza. 

  • Última actualización
    19 junio 2020 16:01

Y, ¿ahora qué? Pues ahora no hay otra que seguir pa’lante, a tirar de ingenio (ya se están proponiendo kits para la conversión de aviones de pasajeros en cargueros) y nuevas tecnologías que nos permitan recuperar parte de la rentabilidad perdida porque, por mucho que nos animen con sus propuestas (digo propuestas y no acciones efectivas porque algunas de las ideas y proyectos que se lanzan estos días se me antojan de complicada implementación en el corto plazo), los políticos siguen sin bajar a la arena. Hay colectivos que siguen siendo totalmente desconocidos para unos gestores que parece que lo fían todo a unos préstamos, a unas entidades bancarias, que no están siendo tan efectivos como podría esperarse. ICOs que no llegan a tiempo, no sirven de nada. Y punto. 

En este escenario, la reducción de los costes va a ser fundamental así que toca tirar de ingenio, innovación y talento (por cierto, escuchen al talento que tienen en sus empresas que me consta que está ahí)

Además, cada gobierno está centrado en sus propios intereses y aquí tenemos a la oposición boicoteando la llegada de fondos europeos por... ¿por? Mi-no-entender. Como no teníamos suficiente con los países del norte pidiendo contención y compromisos de devolución... En fin. El viernes tuvo lugar la cumbre europea para analizar el Fondo Europeo de Recuperación (esos 750.000 millones de euros, con medio billón destinado a subsidios y el resto a préstamos) y ya nacía sabiendo que concluiría con un endurecimiento de las condiciones de acceso al Fondo para superar el veto de los socios más reacios al proyecto, en particular, Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca. 

Y mientras en la cumbre se debatía sobre los volúmenes de los préstamos y subsidios y cómo acceder a ellos, la vida de las personas comunes seguía y sigue. Y hablo de una vida que ha quedado marcada por las consecuencias del Covid-19 hasta en las rutinas más sencillas, aquellas que parecen olvidadas en el reparto de ayudas y subvenciones. Por ejemplo, reducimos las tasas a los concesionarios portuarios con la esperanza de que se compense la bajada de tráficos, que haya más liquidez entre los proveedores, pero, en realidad, hay unos costes -muy destacados- que se han quedado en el limbo y nadie los menciona: los gastos (inevitables) que se han multiplicado para poder garantizar y cumplir los protocolos de seguridad. ¿Qué hacemos con ese incremento del coste fijo de la operación? ¿Se han previsto partidas para compensar? ¿Deducciones específicas? ¿Exenciones del IVA para estos productos de primera necesidad? 

Las terminales portuarias, los operadores logísticos, los transportistas (todos ellos, empresas y autónomos), las terminales ferroviarias, las aerolíneas... En definitiva, todo aquel que esté trabajando y vivo ha visto como llegan a la cesta de la compra nuevos productos (desinfectantes varios, test, mascarillas, guantes, mamparas, etc.) que engrosan “el debe” en la cuenta de resultados, en un contexto en el que el comercio exterior está al ralentí, esperando a ver cómo evoluciona la cosa; el turismo está como está (por cierto ¿cuándo volverán los cruceros a navegar?) y la industria tradicional tiembla con los cierres de factorías y la relocalización de las marcas extranjeras. 

En este escenario, la reducción de los costes va a ser fundamental así que, lo dicho, toca tirar de ingenio, innovación y talento (por cierto, escuchen al talento que tienen en sus empresas que me consta que está ahí).