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Al servicio de una industria ejemplar

  • Última actualización
    30 enero 2023 13:22

Málaga no ha tenido del todo suerte en determinados momentos con su apuesta por celebrar grandes eventos portuarios de ámbito nacional e internacional, fruto de la coincidencia en el tiempo con las dos últimas grandes crisis económicas que hemos padecido.

En pleno estallido de la durísima crisis económica de finales de la década del 2000, Málaga era en 2009 la sede elegida para la celebración del que debía ser XIII Congreso de Tráfico Marítimo y Gestión Portuaria, cita por entonces ineludible que sufrió diversos aplazamientos y que al final no sólo no se celebró, sino que motivó un replanteamiento de la propia esencia del Congreso hasta tomar Puertos del Estado la decisión de no volverlo a celebrar más.

Curiosamente, en 2020, en plena hecatombe por la pandemia del COVID-19, Málaga tenía previsto también acoger otra cita relevante, el Congreso Seatrade Cruise Med, un evento que igualmente hubo de aplazarse inevitablemente ante la segunda gran crisis de los últimos 20 años.

Afortunadamente, en este segundo caso, Málaga no va a ser punto de inflexión para un replanteamiento de Seatrade Cruise Med, sino todo lo contrario. El aplazamiento del evento durante dos años va a culminar felizmente a partir de hoy con la vuelta a la normalidad y la celebración de un encuentro que aspira a seguir siendo cita de referencia de la industria crucerística regional... y por muchos años.

Una industria que es una pata necesariamente esencial para un país como España, que basa una parte determinante de su economía en el turismo, y que por tanto ha sido asumida por el sistema portuario español no como un nicho de mercado más del conjunto de la actividad natural de los puertos, sino como un ámbito estratégico dado su potencial de contribución a la economía.

No lo olvidemos, las autoridades portuarias no viven para engordar sus cuentas de resultados y amontonar beneficios. La esencia del modelo de gestión portuaria español es la de generar riqueza para el conjunto de la economía y poner todos los medios a su alcance para contribuir al desarrollo social y económico del país.

Es por eso que el sector de los cruceros, más allá de que reporte mayores o menores beneficios a los ingresos directos de las autoridades portuarias, se ha situado entre las prioridades estratégicas de las autoridades en el marco de su vocación de servicio y desarrollo.

Por eso, debe haber una convicción natural en lograr la máxima expansión y el mayor crecimiento del sector crucerístico pero, sin olvidar, que esa expansión y ese crecimiento deben responder a los deseos y las necesidades de los ciudadanos.

Esto no quiere decir que las autoridades portuarias y el tejido económico que encabezan no tengan su legítimo concepto de qué es lo mejor para la ciudadanía, algo que no tiene por qué coincidir con el legítimo concepto que de ello tienen los responsables políticos en el ámbito local y autonómico. Ahora bien, ni unos ni otros deben olvidar que el fin último del tráfico de cruceros es el desarrollo económico y social de dicha ciudadanía, siempre bajo todas las caras de algo tan esencial y amplio como la sostenibilidad.

En este interesante debate, no debemos olvidar que el tejido económico también es ciudadanía y, lo más importante, que defender a la ciudadanía no es manipular ni practicar la demagogia y el populismo. Los responsables públicos no están para echar más gasólina a los incendios que se generan en la voluble e inestable opinión pública, sino que están para hacer un ejercicio de responsabilidad y ofrecer las mejores soluciones desde esa atalaya que se supone que son los cargos públicos y donde todo se debería observar con una mejor perspectiva al disponerse de más datos.

Lo más importante una vez más es el diálogo constructivo entre todas las partes, pues ya hay ejemplos sobrados de cómo el frentismo sólo conduce a la destrucción y a la ignorancia, mientras que el diálogo y el compromiso van a permitir siempre un desarrollo sostenible del turismo de cruceros con sus inversiones y sus condiciones, un terreno de juego en el que estoy seguro que nunca va a faltar la buena predisposición de las autoridades portuarias, sin renunciar a la defensa responsable de una industria ejemplar como es la crucerística.

No debemos olvidar que el tejido económico también es ciudadanía