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Antonio Machado y el alma de la logística

  • Última actualización
    11 junio 2025 05:20

Ingresé el pasado sábado en la Real Academia Española, en concreto por el acceso principal de la calle Ruiz de Alarcón, habilitado con motivo de la exposición “Los Machado. Retrato de Familia”, comisariada por el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. En el mismo hall de entrada, pero solo perceptible a la salida de la exposición, a mano derecha, se ha instalado la “máquina de trovar”, artilugio concebido hace ochenta años por Antonio Machado a través de sus personajes Juan de Mairena y Jorge Meneses.

El concepto, para nuestros avezados ojos del siglo XXI, se antoja sencillo. Meneses y Mairena imaginaron una máquina capaz de captar los sonidos, las emociones, las palabras y las ideas que se manifestaran a su alrededor y que, por sí misma, compusiera con todo ello a continuación una serie de coplas o poemas. Al fin y al cabo, para los personajes de Machado, el temor era que en el futuro ya no hicieran falta los poetas y que estos fueran sustituidos por las máquinas, más en concreto por esa “máquina de trovar”.

Hoy este artilugio ya existe, no es más que la IA, de ahí la idea de los responsables de la exposición de, con un diseño retro, plasmar la máquina que concibió Machado e instalarla en la exposición: aprietas un botón rojo; pronuncias tres o cuatro palabras a través de un interfono; y en apenas unos segundos la máquina, mediante IA, te compone y te imprime un soneto totalmente nuevo con el estilo y el imaginario de Antonio Machado. Este fue el “soneto” que “creó” la IA para mí:

La soledad ante la vida/ un susurro en el viento / un eco en la noche, herida/ un pesado lamento. / Caminos de tierra y sombra / las hojas caen, desvanecen / recuerdos que el alma nombra / con el tiempo en que perecen. / Bajo cielos desolados, en el silencio de un día / la esperanza florece en caos. / Por entre brumas y en sombra / el alma busca su vía / en su andar nunca se nombra.

¿Qué les parece? Perfecta versificación, perfectas rimas, perfecta musicalidad, perfecto tono poético y... perfecta ensalada de palabras sin verdad y sin alma. Juzguen ustedes si tiene sentido.

Estamos por tanto, de momento, en lo que temía Machado de los nuevos poetas de su época, pero sobre todo en lo que más temía de su “máquina”: una poesía sin emoción, una poesía sin alma.

Hagamos un análisis frío, sin sensiblería

No voy a caer en el error de debatir sobre si la IA llegará a tener alma o al menos parecerlo. Quedémonos en este estadio, en el de una IA que, ahora mismo en gran parte, y en nada de tiempo en todo, va a ser capaz de hacer lo mismo que un ser humano, en principio sin alma y, por tanto, sólo satisfactorio al 100% para aquellas cosas que no requieran alma.

Para la poesía, por tanto, no valdría. ¿Y para la logística? ¿Tiene alma? No seamos sentimentales. Hagamos un análisis frío. Convengamos que la logística es, ante todo, un proceso, destinado a servir la mercancía concreta A en un punto justo B en el momento exacto requerido C, en perfecto estado y con el mínimo coste posible. Todo parece mecánico, por lo que, antes o después, todo indicaría que la IA puede darnos solución.

Ahora bien, el mundo no es perfecto. La logística es un proceso, pero la logística es “imprevisto”. Antes o después hay que reaccionar, rectificar, parar, acelerar, priorizar... Pero si la finalidad es la misma, ¿acaso no podría también la IA estar entrenada para esto? ¿No sería más eficiente tomar decisiones operativas de este calado desde la frialdad y sin estar al vaivén de determinadas emociones?

Una última reflexión. Aunque algún día la IA tenga alma, me dará igual lo que sienta y lo que transmitan sus poemas pues qué me importa a mí lo que diga una máquina. La comunión de las emociones seguirá siendo con las personas.

Ojo, ¿acaso no estamos en el mismo debate cuando los operadores especializados reivindican su proximidad y cercanía al cliente frente a los grandes monstruos multinacionales?

La IA como mínimo será capaz de desnudar la logística de lo mecánico y dejar al aire lo que tenga de “humano”. ¿Cuánto? Como mínimo lo necesario para entrenar a la IA y seguir subrayando que, la haga quien la haga, para los humanos la logística siempre será vital.