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Atasco en Sao Paulo

  • Última actualización
    28 abril 2025 05:20

La próxima vez que se encuentre atrapado en un atasco maldiciendo su suerte y haciendo sonando con impaciencia el claxon, piense por un momento en la tortura diaria que sufren los conductores de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil y una de las peores del mundo en cuestiones de tráfico. No es que este pensamiento le vaya a aliviar ni resolver el problema, pero a veces comparar la miseria propia con la ajena ayuda.

Alberto Sordi, Annie Girardot, Fernando Rey, Ángela Molina, Marcelo Mastroianni, Stefania Sandrelli, Ugo Tognazzi, Gérard Depardieu, José María Prada, José Sacristán, José María Caffarel... son algunos de los nombres que dieron vida en 1979 a la película “El gran atasco”, una coproducción de Francia, Alemania, Italia y España dirigida por Luigi Comencini, donde pasajeros y coches forman un todo en este pequeño microcosmos de la naturaleza humana.

Nada más empezar el verano, los italianos se lanzan a recorrer sus magníficas autopistas, de las que se sienten tan orgullosos que se arriesgan a soportar la inevitable consecuencia de una salida tan masiva: el atasco. En la autovía que lleva de Roma a Nápoles, cientos y cientos de vehículos han quedado atrapados, y sus ocupantes se verán obligados a convivir durante horas y horas... en lo que es una magnífica adaptación del cuento “La autopista del sur”, de Julio Cortázar, y cuya primera frase es ya toda una declaración de intenciones: “Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo...”.

En este mundo de paradojas, pocas hay tan desconcertantes como que Sao Paulo acoja un evento como Intermodal South America, donde el just in time debe ser uno de sus mandamientos

Abandonado a este ensoñamiento literario y cinematográfico desperté únicamente cuando, 88 minutos después de la salida desde el hotel, el autocar discrecional alcanzó, tras recorrer la friolera de 11,7 kilómetros, su destino final en la puerta 3 del recinto ferial Distrito Anhembi de Sao Paulo, donde en esos instantes cientos de personas formaban ya largas filas para acceder al recinto que acogía la tercera y última jornada de Intermodal South America, el mayor evento del sector del transporte y la logística del continente americano y el segundo del mundo tras la Transport Logistic de Múnich, que se celebra cada dos años. Claro que Múnich no es Sao Paulo ni Alemania es Brasil. Para mal o para bien. Elijan.

El caso es que en este mundo de paradojas, pocas hay tan desconcertantes como que Sao Paulo acoja un evento de la dimensión de Intermodal South America, donde la logística, la eficiencia, la productividad, el just in time debieran figurar entre sus 10 Mandamientos.

El orden dentro del caos, sin embargo, es la norma en una megaurbe como Sao Paulo, en un país como Brasil que, reuniendo todas las condiciones para ser una de las grandes potencias económicas mundiales adolece aún de ineficiencias logísticas propias de otras épocas y de otras latitudes. Sólo así puede entenderse la total inexistencia de transporte público para poder acceder a un recinto ferial donde decenas de miles de personas coinciden al mismo tiempo y en el mismo espacio en un evento cuyo lema es, precisamente, el de “Soluciones logísticas de extremo a extremo”.

¿Y saben lo mejor de todo esto? No escucharán a los locales una sola queja sobre los enormes atascos que deben soportar día a tras día en la ciudad, aun cuando su trabajo consista en diseñar las mejores y más ágiles rutas para las mercancías. Paradoja sobre paradoja. Así es Sao Paulo y así es Brasil. Así es también Intermodal South America. Excitante. A pesar de todo.