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Besugueando

Retirado Emilio Sidera, desaparece de la faz de Fomento el último representante de aquel equipo que durante la primera década del siglo XXI gestionó la política de transporte por carretera de este país con conocimiento de causa, algo inusual. Bueno, con conocimiento de causa y con visión de futuro y valentía para asumir la responsabilidad que comportaba el ejercicio de semejante función pública con tantos retos por delante.

  • Última actualización
    18 junio 2019 17:24

Aquel dream team lo encabezaba Juan Miguel Sánchez como director general, junto a Miguel Ángel de Frías como subdirector, Alfonso Sánchez al frente de la Inspección y Emilio Sidera siempre con las competencias de Normativa.

A Miguel Ángel de Frías, fiel a su apellido, se lo llevó por delante el enfriamiento de las relaciones con Juan Miguel y su deseo de buscar otros horizontes. Con Alfonso Sánchez acabó la irrenunciable jubilación, lo mismo que hace unas semanas con Emilio Sidera. A Juan Miguel, en cambio, lo laminaron los absurdos argumentos de Concepción Gutiérrez, quien, en aquella era post Libro Blanco donde todo era cainismo por la espalda y buenismo por la cara para alardear de complementariedad de modos y demás mandangas políticamente correctas, se cepilló a Juan Miguel precisamente por su pasado en la carretera, prejuzgando una supuesta animadversión a las nuevas competencias ferroviarias que se le atribuían, anticipando falazmente un favoritismo que no era más que la extraordinaria posición que podía jugar Sánchez para arrastrar a la carretera a una nueva relación de confianza con el ferrocarril.

Pero no hubo oportunidad. Gutiérrez prefirió colocar como nuevo director general al andaluz y célebre Francisco “el breve” (Francisco Espinosa Gaitán), así recordado en la historia de este sector pues apenas duró tres meses en el cargo, en el que cesó al poco de que José Blanco relevará a su jefa, cuya gran aportación a la Secretaría de Estado de Transportes con la perspectiva de los años es que, simple y llanamente, fue la tipa que se cargó a Juan Miguel.

Y con Juan Miguel comenzó a morir lo que, de momento, se extingue con la jubilación de Emilio Sidera y es, de cara a la opinión pública, el hecho de poder tener en Fomento un equipo de gente que no sólo sabe de transporte, sino que vive el transporte y, sobre todo, que encarna el transporte y es voz autorizada del transporte porque proactivamente lucha por y para el transporte defendiendo, eso sí, el interés general, a contracorriente si es preciso del ministro, del sector o de que quien corresponda.

Joaquín del Moral, desde su bisoñez, fue capaz de ir ganando peso y llegar a ser un digno sucesor de Juan Miguel hasta el punto de mandar a paseo al propio Ábalos cuando, lejos de mantener firmeza, el secretario general del PSOE y Ministro de Fomento instrumental (por aquello de tener coartada para sentarse en el Consejo de Ministros) puso el grito en el cielo por no aplicar su fórmula pastelera en Catalunya, o sea, por no pastelear.

A partir de aquí, el resultado hoy es que se acabaron aquellas asambleas sectoriales donde el presidente de turno sacaba el hacha y la maza mientras Juan Miguel, Alfonso, Emilio o Joaquín pacientemente tomaban nota de todo y, punto por punto, iban respondiendo a veces con firmeza, a veces con mano diestra, a veces de frente, a veces con paciencia, pero jamás mirando para otro lado.

Ahora, en cambio, nos queda al frente de la Dirección General gente que acude como autómatas a las Asambleas, que ni sienten ni padecen cuando el Ovidio, el Carmelo o el Marcos de turno se ponen en modo reivindicación y que se limitan a leer como cotorras sus folios de vaguedades y principios vacuos, convirtiendo la exposición pública en un diálogo de besugos. Espero que de puertas para adentro esto sea otra cosa, porque lo que se observa de puertas para afuera sólo invita a salir huyendo.