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Bilbao, en la encrucijada

  • Última actualización
    27 octubre 2025 15:05

Podría haber sido una entrevista al uso. Pero el tiempo parece hoy más menguante en duración y más creciente en valor que nunca. Así que café para todos y donde antes había un “tête à tête”, ahora manda el “panel interview”: un entrevistado, varios periodistas, cuidado de no pisarnos las preguntas y esa “exclusiva” compartida que ya no lo es. El caso es que el presidente de la Autoridad Portuaria de Bilbao, Iván Jiménez, ofreció ayer su primera entrevista a los medios especializados a los 102 días de su toma de posesión, el pasado 17 de julio. Un buen momento para repasar la actualidad y, sobre todo, las prioridades y líneas de acción de un puerto que vuelve a situarse en un cruce de caminos. Como otros puertos y como en otras épocas.

Con un tablero geopolítico movedizo, una ampliación portuaria en curso, una competencia al alza y una incertidumbre que todo lo empapa, Jiménez llega a la presidencia con el aval de un Gobierno Vasco que, con el Estatuto de Autonomía de 1979 bajo el brazo, reclama al Estado la cogestión de Bilbao y la desclasificación de Pasaia como puerto de interés general, un difícil equilibrio que supone toda una prueba de liderazgo para los responsables de ambos puertos.

Con un Plan Estratégico 2023-2026 próximo a vencer, el Puerto de Bilbao necesita una nueva hoja de ruta. El capitán ya lo tiene

Los números ayudan a centrar el foco. El ejercicio 2024 cerró con 34,4 millones de toneladas, un 5% más y por encima de la media española; buen dato, pero insuficiente si la ambición es recuperar el papel tractor de Bilbao en la economía vasca y su hinterland. Y mientras el futuro se piensa, el presente acelera en Santander, donde el contenedor crece con vigor y sin complejos. De enero a septiembre, Santander movió 118.899 TEUs (+4,5%), acercándose a Bilbao, que sumó 317.833 TEUs (-8%). He aquí una prioridad del nuevo presidente: reactivar el TEU por su valor añadido, su capilaridad industrial y la resiliencia que aporta a la comunidad logística, lo que exige acción firme y rearmar el catálogo de servicios con una política comercial ambiciosa.

Entretanto, el Espigón Central avanza y genera valiosas superficies y metros lineales de muelle. No es hormigón, es estrategia. ¿Qué proyectos, industrias y cadenas de valor se quieren atraer? ¿Puerto comercial, industrial o energético? ¿En qué proporción? Si Bilbao aspira a consolidarse como hub energético y de descarbonización, cada metro cuadrado debe asignarse con precisión de cirujano. Acertar con el “mix” marcará la diferencia.

Y luego está la política. El Gobierno Vasco ha puesto sobre la mesa la cogestión del Puerto de Bilbao con el Estado, sin que pierda su condición de interés general. Una ambición legítima que exige ingeniería fina. En ese encaje, Jiménez es pieza clave para convertir la aparente contradicción en ventaja competitiva: más diálogo, más agilidad, menos fricción.

El nuevo presidente no procede del sector portuario, marítimo o logístico. Es un experto en gestión del talento. En un puerto que sufrió no hace tanto una huelga de estibadores que lo dejó contra las cuerdas, la gestión de personas es un aspecto vital. Paz social, productividad negociada y profesionalización de la comunidad portuaria son condiciones sine qua non para cualquier plan de negocio. En sus manos está convertir la cultura y el capital humano en ventaja competitiva. Y porque el contexto aprieta, no basta ya con gestionar; toca elegir y decidir. Y pronto. Con un Plan Estratégico 2023-2026 próximo a su vencimiento, el Puerto de Bilbao necesita una nueva hoja de ruta. El capitán ya lo tiene. Falta marcar el rumbo... y hacer millas.