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Cargador-transportista: ¿el poder cambia de manos?

  • Última actualización
    03 noviembre 2025 05:20

Cuando preguntas a las grandes transitarias españolas si están preocupadas por cómo se está configurando el tablero internacional con nuevos y estrambóticos personajes protagonistas suelen responder lo mismo: preocupación, relativa; miedo, ninguno. Los flujos comerciales son así, encuentran la forma de llegar donde quieren llegar, así que sus aliados logísticos “solo” tienen que estrujarse las meninges para encontrar la manera de hacerlo. Además, subrayan las mismas transitarias, la diversificación de destinos/orígenes con clientes heterogéneos también son imprescindibles en aquello de que la parca Trump no te desbarate los planes previstos. Esto lo aprendimos en la anterior crisis, la del 2012, no hay que poner todos los huevos en la misma cesta, por salud empresarial y por salud mental. Es más fácil recuperar una cuenta relativamente destacada que se frustra por un arancel criminal, que atender al desplome del 50% de tu facturación.

Los cargadores, por su parte, siguen enfocados en gestionar la volatilidad de los costes y asegurar la disponibilidad del transporte, diversificando rutas y buscando proveedores alternativos. Mutados en expertos del análisis de datos para predecir los picos de demanda y los cuellos de botella, saben que pueden contar con la cadena logística que no se fatiga, aunque las normativas, con el CAU a la cabeza, los lleven en muchos casos por la calle de la Amargura.

Además, los cargadores están de celebración: ya están circulando las 44 toneladas. Tras 10 años de reclamaciones, las principales asociaciones del país han valorado positivamente la medida que “alinea a España con otros países europeos y permite una mayor eficiencia”.

Dicen, comentan, que cada vez hay más cargadores preocupados de que los camioneros no aparezcan a cargar

Si les preguntas por los sobrecostes de la medida de los que han alertado los transportistas, subrayan que el saldo final es positivo ya que hay una reducción del coste por unidad transportada y que ya se están ajustando contratos de servicios y asumirán “a pachas” los gastos de más que surjan... Y todo esto lo dicen mientras se escucha (cada vez más) una letanía que, ¿será cierta? Dicen, comentan, que cada vez hay más cargadores preocupados de que los camioneros no aparezcan a cargar; que ahora son los transportistas los que eligen a dónde y cuándo van a cargar...

Sea o no cierto, la realidad es que los cargadores se muestran muy interesados en consolidar la relación con este eslabón de la cadena que hace 20 años quedaba lejos de las mesas de sus despachos. De hecho, los cargadores comparten que cuentan con medidas para acelerar los tiempos de carga y descarga y mejorar las condiciones laborales del chófer durante su estancia en sus centros de producción; que ofrecen contratos de mayor duración a las transportistas para dar estabilidad y garantías; que han creado un sello de cargador ético; o que promueven campañas para que el nuevo talento llegue al transporte de mercancías por carretera ante la escasez de relevos. Así que... cuando el río suena, agua lleva.

¿Y qué dicen los transportistas? ¿Sienten que tienen la sartén por el mango? Pues no. Además de las 44 toneladas y sus consecuencias técnicas y económicas (¿se pondrán de acuerdo todas las empresas transportistas/ autónomos para cobrarlas?), tienen que seguir atendiendo a las exigencias de sostenibilidad, peajes, impagos, escasas inversiones en infraestructuras viarias, normativas, digitalización e innovación aplicada (tacógrafos controlados a distancia, incluidos)... Así que eso de que se han invertido los papeles transportista-cargador es una exageración ¿interesada? Es sencillo: paguen bien, paguen a tiempo, atiendan al chófer adecuadamente, que los tiempos de espera sean comprensibles y verán cómo tienen quién les vaya a cargar...