En los últimos cinco años se han vivido más hechos relevantes de carácter negativo o sucesos que en los 40 años anteriores, dando lugar a un mundo mucho más inestable que el que conocíamos, con sus efectos sobre una industria tan sensible a las incertidumbres como el transporte marítimo de mercancías.
Aurelio Martínez, catedrático de Economía Aplicada y expresidente de la Autoridad Portuaria de Valencia, impartió su magisterio el pasado sábado en el XIII Congreso de FETEIA en Zaragoza, con una interesante y amena exposición que mostró la caleidoscópica, multicausal e imprevisible naturaleza de muchos de los eventos que condicionan las tomas de decisiones en el ámbito marítimo y del comercio internacional.
Vemos cómo, de unos años a esta parte, en el transporte marítimo los problemas surgen prácticamente de la nada. A través del retrovisor del tiempo, se podría concluir que las causas fundamentales de los accidentes, o esos “cisnes negros” cada vez más frecuentes, tuvieron causas predecibles. Sin embargo, nos cogen casi siempre con el paso cambiado.
Esta teoría de los sucesos del “cisne negro”, desarrollada por el filósofo libanés Nassim Taleb, es una metáfora que describe un suceso sorpresivo, de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección, haciendo que parezca predecible o explicable, y haciendo ver que se esperaba que ocurriera.
La idea principal de Taleb no es tratar de predecir sucesos “cisne negro”, sino construir robustez frente a las actitudes negativas que se producen y poder aprovechar las positivas. El transporte marítimo es especialmente vulnerable a estos sucesos “cisne negro” y está expuesto a pérdidas superiores a las pronosticadas por los modelos estadísticos y matemáticos. Pero también a ganancias que jamás nadie imaginó, como se ha visto con los beneficios récord de las navieras en estos últimos años.
Sin embargo, lo más común es que los problemas se puedan ver a kilómetros de distancia y a veces se acercan con la inevitabilidad de un accidente de tráfico en cámara lenta. Tras el choque llega el momento de repartir culpas... si es que no lo vienen haciendo ya desde hace meses estibadores y empresas en el conflicto que mantienen en los puertos de la costa Este de Estados Unidos con motivo de la negociación de los salarios en el nuevo convenio sectorial.
En plena campaña presidencial, a sólo un mes de la cita electoral, si a partir de las 00.01 horas de este martes 1 de octubre, los más de 25.000 estibadores de la ILA (International Longshoremen’s Association) llevan a cabo la huelga anunciada en los puertos del Atlántico y el Golfo de México, de Maine a Houston, tanto Kamala Harris como Donald Trump deberán establecer sus respectivas posiciones frente al conflicto que enfrenta a la ILA con la patronal USMX (United States Maritime Alliance), que agrupa a las grandes líneas navieras de contenedores, los principales operadores de terminales portuarias y las autoridades portuarias de las costas Este y del Golfo.
Si en las escasas horas de margen que quedan en el momento de escribir estas líneas, no se alcanza un acuerdo más que improbable, la cadena de suministro nacional, primero, y global, de manera casi inmediata, se enfrenta a una nueva situación de caos, mientras sindicatos, empresas y políticos seguirán enzarzados en el juego de los reproches y las culpas. Pero éste no será un nuevo “cisne negro”. Nadie podrá decir que no se vio venir.