Todo desastre ha conllevado siempre para la humanidad un aprendizaje y, cuando no hemos aprendido, de inmediato el devenir nos ha colocado en el camino la misma piedra para que de nuevo tropecemos y... aprendamos.
Tenemos ejemplos por doquier y algunos de ellos paradigmáticos en el mundo de la logística en general y del transporte marítimo en particular, como es el caso del hundimiento del “Titanic” y todas las normativas de seguridad, clasificación y construcción que revolucionaron a partir de ese momento el shipping, aunque esto es extrapolable al mundo de la aviación, del ferrocarril y con aún mayor capacidad de adaptación al mundo del transporte de mercancías por carretera, y en este caso no podemos dejar de mencionar la tragedia de Los Alfaques.
En este sentido, cuanto mayor desarrollo económico, social, político y, sobre todo humano, hemos ido alcanzando, mayor es la capacidad de analizar qué ha pasado, por qué ha pasado y cómo ha pasado y, de esta forma, progresar en el sentido más estricto y menos ideológico de la palabra.
Eso sí, este análisis requiere de todas esas virtudes que cuesta gestionar cuando el drama está vivo y se funden la desesperación, la frustración y el desánimo. Y, muy importante, requieren de un análisis multidisciplinar porque un desastre como el que vive estos días Valencia requiere valorar con amplitud de miras desde el comportamiento científico de los fenómenos naturales, hasta la evolución técnica de las infraestructuras, pasando por todas las capacidades de reacción y siguiendo con toda la cadena humanitaria de respuesta, atención y medidas paliativas que vienen a continuación. Nada puede quedar sin ser analizado, No podemos permitirnos no someter a examen todas y cada una de las vertientes que se desatan en una situación de estas características porque es la única forma, insistimos, de seguir construyendo un mundo mejor.
Eso sí, no olvidemos que para esta tarea hace falta paciencia, rigurosidad, perspectiva, objetividad, sosiego, ambición y, lo más importante, valentía y capacidad de acción para implementar todo lo que se concluya. Sin este último paso todo sería inútil.