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Corrupción en...

  • Última actualización
    21 junio 2024 14:47

Sí, lo sé... “Corrupción en Miami”. Aunque a mí me gustaba mucho más el título original de “Miami Vice” para esta icónica serie de los 80, con Sonny Crocket y Ricardo Tabbs como dupla estelar a las órdenes del teniente Castillo y la trepidante banda sonora de Jan Hammer, que ponía ritmo a la intro de cada capítulo con una rapidísima sucesión de imágenes, tan evocadoras como lejanas por aquel entonces: palmeras, playas y chicas en bikini, flamencos y carreras de galgos, lanchas rápidas y Roll-Royces... y un pelotari de cesta-punta del Jai -Alai golpeando el cuero con el dorsal 43, Víctor María Bereikua, de Elorrio, el pueblo vizcaíno de mi amama (abuela), y quien aportaba el toque “exótico” a aquel caleidoscopio de tópicos “made in Florida”.

Pero la voz en off en español que cerraba la intro, no anunciaba “Vicio en Miami”, sino “Corrupción en Miami”, y en realidad, tiene sentido, porque aunque la traducción literal fuera “Vicio en Miami”, la palabra “vicio” tiene más significados que el más habitual de “mala costumbre”. Por un lado, la RAE acepta como sinónimos palabras como, precisamente, “corrupción”, “degeneración”, o “inmoralidad”, y otra que me gusta mucho, como “sinvergonzonería”; mientras que “viciar” se define como “dañar” o “corromper física o moralmente”.

No sólo los delitos relacionados con la corrupción (prevaricación, cohecho...) son corrupción. El Código Penal tipifica ciertas conductas, pero no recoge la infinita casuística posible, por lo que puede decirse que numerosas actuaciones antiéticas que no constituyen delito pueden ser corruptas.

El caso que, como dice el latinajo, “Homo sum, humani nihil a me alienum puto”, o lo que es lo mismo: “Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno”, por lo que siendo la corrupción y el vicio males propios de los humanos, ninguno de los ámbitos en los que nos desenvolvemos, está libre de padecer estos males. Tampoco el portuario.

Los puertos de la UE no son ajenos al problema de la corrupción y de la infiltración de redes criminales

Mientras que la gran mayoría del comercio que pasa por los puertos es legítimo, estas infraestructuras también son explotadas para mover mercancías ilegales, siendo vulnerables a la infiltración de redes criminales. En lo que se refiere a la Unión Europea, el gran volumen de contenedores (más de 90 millones de TEUs) manejados cada año, y el bajo porcentaje (entre el 2% y el 10%) que es inspeccionado físicamente para detectar tráficos ilícitos, plantea un escenario de riesgo. La corrupción es el principal facilitador para la comisión de actividades delictivas en los puertos. Los procesos logístico-portuarios implican la participación de diversos actores de la cadena logística que pueden ser “corrompibles” mediante sobornos o “mordidas”.

Mientras tendemos a asociar la corrupción en el ámbito portuario a países y áreas geográficas concretas, como es el caso de Nigeria, con la exigencia de pago de sobornos para el desarrollo normal de las operativas, como se expuso en el reportaje publicado el pasado viernes en este Diario, la UE no es ajena al problema de la corrupción, más centrado en el comercio ilícito y en el tráfico de drogas.

Un reciente informe conjunto de Europol y el Comité Directivo de Seguridad de los puertos de Amberes, Hamburgo/Bremerhaven y Róterdam, pone el foco en la apropiación indebida de códigos de referencia de contenedores en estos puertos y alerta sobre la infiltración del crimen organizado en los puertos de la UE, especialmente de redes de narcotráfico. Por el momento, Europol no tiene constancia sobre la comisión de esta práctica de apropiación indebida de códigos en otros puertos de la UE, tal vez porque los casos no se reportan, lo que haría que estas mercancías ilícitas pasen ocultas en gran medida.