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Cruceros y deseos imposibles

  • Última actualización
    08 abril 2024 10:18

Miami vuelve a convertirse esta semana en el punto de encuentro de la industria del crucero de todo el mundo con el arranque de una nueva edición de Seatrade Cruise Global. Proveedores, navieras, puertos, destinos, touroperadores... todos están llamados a encontrarse en esta feria que fomenta el diálogo entre todos los eslabones del negocio crucerístico para detectar tendencias y necesidades; y confeccionar, con pulso y buena letra, el futuro del sector.

En un sector que cerró el año 2023 en positivo (las cifras regresaron a las alcanzadas antes de la pandemia donde vivíamos un momento de récord tras récord) y con unas previsiones optimistas (CLIA prevé que 2024 se cerrará con una cifra récord de cruceristas a nivel global de 35 millones), el análisis y el debate se centran en cómo mantener las expectativas y no morir en el intento. El objetivo de la industria no es otro que ofrecer un producto turístico (hablamos de pasajeros, no de mercancías) cada vez mejor y alcanzar la eficiencia de la actividad y la solvencia de las operaciones.

En este punto, los retos están detectados y las navieras trabajan para darles alcance, pero los plazos no parecen realistas. Que a qué me refiero, pues a que las cero emisiones para 2050 están fijadas en las líneas estratégicas de las navieras, pero no tanto en las administraciones de los destinos que reciben las escalas de los buques de crucero. ¿No se deberían acompasar los pasos?

La industria crucerística lleva años invirtiendo para transformarse en una nueva generación de negocio marítimo, más verde e innovador; pero sus esfuerzos no son suficientes. Solos no pueden ejecutar la revolución que se les pide. Pueden impulsarla, pueden y deben liderarla en el lado mar, pero en el lado tierra hay otros que deben tomar el timón.

La digitalización, la implementación de la inteligencia artificial en las operaciones y servicios, las nuevas tecnologías o la innovación en la construcción de las nuevas naves no completan el círculo virtuoso que requiere la lucha contra el cambio climático. Y quien quiera creerse el rollo de que solo puede, que vaya haciendo el camino a la decepción que ha decidido andar porque ya os digo yo que no alcanzará la meta.

En un sector que cerró el 2023 en positivo y con unas previsiones optimistas, el análisis y el debate se centran en cómo mantener las expectativas y no morir en el intento

¿Ejemplo? Ahí va. Pese a que las navieras se valen de las nuevas tecnologías y de la transformación digital para lograr una navegación más eficiente, la realidad se impone cuando los nuevos combustibles -que permitirían una menor o incluso nula incidencia en el entorno- están todavía en modo desarrollo. Podríamos exigir a la industria con mayor vehemencia si los combustibles del futuro estuvieran definidos, accesibles y testados. Pero... ¡sorpresa! estamos en ello.

En estos momentos, se trabaja en 32 proyectos piloto sobre combustibles alternativos, gracias a la colaboración entre navieras, productores y empresas de ingeniería, pero no hay conclusiones definitorias. Las investigaciones requieren de tiempos.

Además, en los destinos seguimos esperando los permisos o las inversiones (o ambas) necesarias para activar los OPS que apaguen los motores en puerto. Esta primera medida que parece sencilla por aquello de que es enchufar los buques a la luz, también se hace bola. Hoy, el 52% de los cruceros cuentan con sistemas que les permiten conectarse a la red eléctrica durante sus escalas en puerto (dentro de cuatro años serán el 70%) pero en la mayor parte de los países todavía no está preparada la infraestructura para atenderlos.

Por cierto, centrando el tema en España, aquí los destinos además tienen un papel relevante a representar ante la ciudadanía. Deben comunicar más y mejor, de la mano de navieras y puertos, cómo el negocio crucerístico ha reducido su impacto en el aire que respiramos y en el agua que consumen. Pedagogía, paciencia y verdad son suficientes para poner en perspectiva, con contexto y datos, el valor real que aportan los cruceros a las economías locales. Esta tarea debe estar en la agenda. Romper mitos y bulos cada vez que se pueda es vital.