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Cuando todo comenzó a rodar

  • Última actualización
    21 mayo 2025 05:20

A principios de los años sesenta continuaba mi relación con la firma de fletamentos alemana Claudio J. Nansen de Madrid, a quien les pedí que me dieran trabajo. Ellos tenían una línea regular, prácticamente semanal, entre los puertos fruteros del levante español a Inglaterra y retorno. Los barcos northbound navegaban completos de fruta y cebolla; el retorno del Reino Unido, southbound, con carga general diversa.

Me ofrecí a buscarles carga. Enseguida me dijeron que la fruta la trabajaban exclusivamente con la casa Gimeno, de Valencia, con quienes tenían una excelente relación, por lo que me prohibieron totalmente entrar en la carga northbound. Solo me quedaba la posibilidad de la carga general de Inglaterra para el mediterráneo español. Me dieron luz verde y me asignaron una comisión sobre el flete de todas las partidas de carga general que yo cerrara con “booking note”.

Me puse a trabajar tan pronto regresé a Valencia. Me vino muy bien mi anterior época en una Agencia de Aduanas, pues en la Aduana había hecho amistades con otros empleados de agencia.

Comencé a visitar a todos mis conocidos. Algunos no tenían clientes que importasen del Reino Unido, pero otros sí. Me facilitaron la dirección, e incluso los nombres de las personas clave. Me puse a trabajar haciendo visitas y logrando cerrar las primeras partidas de carga general. Como el servicio era muy bueno por su regularidad, logré ir cerrando cada vez más carga, hasta que un día comprobé que en el próximo buque, “Cibeles”, se había cargado un 92% de carga general cerrada por mí desde Valencia. Entonces pensé que tenía derecho a la consignación al menos de entrada del “Cibeles” cuando llegase a Valencia, con prácticamente el completo de su carga cerrada por mí.

Así lo hice saber a Claudio J. Nansen. Me contestaron que eso era un tema “delicado” y que por supuesto lo tenía que autorizar Gimeno. Me fui a la casa Gimeno, en la calle de Colón. Mi suegro me había preparado una entrevista con el CEO, don Alfonso Olcina. Cuando le expresé a dicho señor que yo quería hacer la consignación de entrada del “Cibeles”, me dijo que ni hablar, que la consignacion la haría como siempre García del Moral La Roda. Seguí insistiendo y le dije que el 92% de la carga que traía el barco la había generado yo. Se sonrió incrédulamente. Entonces saqué de mi maletín todas las copias de los “booking notes” y se los mostré. Su aspecto cambió, pero me dijo que, a pesar de todo, el consignatario del buque sería García del Moral La Roda, como así fue. Me disgusté mucho por cómo sucedió todo.

“Al cabo de unos días recibí una llamada diciéndome que Nueva York iba a hacer una prueba conmigo”

Pasadas unas semanas, el Sr. Olcina me llamó pidiéndome que fuera a su oficina. Lo encontré cambiado, muy amable. Me dijo que desde hacía mucho tiempo eran los consignatarios de Prudential Lines, una compañía norteamericana que nunca había escalado en Valencia, pero que ahora habían cambiado las cosas y estaban considerando escalar. Me ofreció si me podía interesar a mí, porque ellos no querían meterse en la carga general, ya que estaban, de toda la vida, dedicados a la fruta. Por supuesto le dije que sí, que estaba muy interesado. Me comentó que me prepararía una entrevista con don Antonio Combalía, CEO de Comercial Combalía Sagrera, de Barcelona, que eran los agentes generales de Prudential Lines en España.

Me fui a Barcelona. Don Antonio Combalía me recibió muy amablemente, ya que sus relaciones con Gimeno eran muy cordiales, pues le enviaban buques para cargar fruta con destino a norte de Europa. El Sr. Combalía empezó a interrogarme para conocerme a fondo y poder recomendarme a Prudential Lines de Nueva York, para que me nombraran sus agentes en Valencia. Toda la entrevista fue muy bien, hasta que llegaron dos preguntas. “Sr. Roca, ¿cuántos años es usted consignatario de buques en Valencia?”. Mi contestación: “Solo unos meses...” “Sr. Roca, ¿cuántos empleados tiene usted en su empresa?”. Mi contestación: “Ninguno, soy yo solo...” Don Antonio Combalía estaba asombrado. Me repetía: “¿Cómo le voy a recomendar a Nueva York? La entrevista que él había previsto, en principio, de un par de horas, duró todo el día. Me invitó a comer y estuvimos hablando del negocio marítimo. Su obsesión era cómo lo enfocaba para que Nueva York me aceptase como su consignatario en Valencia cuando no llevaba ni un año como tal y además no tenía ningún empleado... Al final me dijo que volvería a hablar con don Alfonso Olcina de Gimeno y vería cómo lo planteaba a Nueva York.

Al cabo de unos días recibí una llamada del Sr. Combalía diciéndome que Nueva York iba a hacer “una prueba” conmigo. Efectivamente, recibí un telegrama de Nueva York diciéndome que el buque “Atleboro Victory” podía escalar en Valencia en un par de semanas, pero que les confirmase que tenía un flete mínimo de 5.000 dólares. Volví a contactar con todos mis amigos de diferentes agencias de aduanas aprendiendo mucho del tráfico de exportación desde Valencia a USA, por ejemplo, que el armador que escalaba Valencia era American Export Lines. También había otra compañía que escalaba muy esporádicamente. Todos me decían que los “etas” de AEL eran un desastre, con retrasos normalmente de 2/3 semanas sobre la fecha de escala inicialmente prevista. Mientras tanto, la mercancía general estaba sobre muelle con riesgos de robos y mojaduras. Pensé que si lográbamos dar una información verídica de nuestros “etas”, podía ser una buena baza a nuestro favor.

Cuando tenía sobre el papel, aproximadamente, unos 3.500 dólares de posibles fletes, contesté a Nueva York que ya tenía los 5.000. Me la jugué. Me confirmaron el “Atleboro Victory” y logramos 5.300 de flete. A partir de aquí todo comenzó a rodar muy bien. Fui tomando empleados a medida que los necesitaba. Compré un piso en J.J.Dómine nº 7, séptima planta, puerta 14ª, desde donde veía llegar los barcos antes que los prácticos.

El armador Prudential Lines también fue progresando. En gran parte gracias a un delegado que nombraron para todo el Mediterráneo, con base en Génova, llamado Mr. Robert Nicol, de quien aprendí mucho de nuestro negocio, pero déjenme que les hable de él en una próxima ocasión. Merece la pena.