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De sobresalto en sobresalto

  • Última actualización
    18 diciembre 2023 17:06

Tecleen estas palabras en su buscador web: “red” “sea” “cargo” “hijack”. Lo que a continuación verán es un vídeo que, por desgracia, no es el tráiler de una película de acción, sino la grabación del ataque real de un grupo de terroristas hutíes de Yemen al buque ro-ro “Galaxy Leader” , con su tripulación encañonada por hombres armados con fusiles de asalto.

Son verdaderamente impactantes las secuencias del vídeo que muestran el vuelo de un helicóptero, grabado desde un dron, del que una vez posado en cubierta, saltan los terroristas perfectamente uniformados y pertrechados para tomar posiciones en el buque, irrumpiendo en cuestión de segundos en el puente de mando, donde encañonan y aterrorizan a los tripulantes.

Esta es la realidad que se masca actualmente en una zona concreta del Mar Rojo, concretamente en el estrecho de Bab al Mandeb, en el triángulo que forman Yemen, al este, y Somalia y Yibuti, al oeste; una zona conocida desde hace años por los casos de piratería a mercantes y pesqueros, con el sonado secuestro del “Alakrana” de Bermeo (Bizkaia), y que vive ahora otra ola de ataques con la guerra entre Israel y Hamás como telón de fondo.

Se trata de uno de los incidentes de seguridad marítima más graves de los últimos años y es un claro ejemplo, pero no el único, desgraciadamente, de la escalada bélica en el Mar Rojo. Los hutíes, que apoyan a Hamás en el conflicto, con el soporte de Irán, se aseguraron de grabar el secuestro del “Galaxy Leader” en vídeo para su difusión pública. Todo un aviso a navegantes, por expresarlo de alguna forma.

No hay manera de que el transporte marítimo, la cadena de suministro global, vivan libres de sobresaltos, uno tras otro

El caso es que no hay manera de que el transporte marítimo, la cadena de suministro global, vivan libres de sobresaltos, uno tras otro. Tal vez me falle la memoria o puede que hace unas décadas no alcanzáramos a conocer, tanto como ahora, todo lo que sucede en ese espacio tan inhóspito y hostil para el hombre, como por otra parte, indispensable para la vida, que es la mar.

Por ello, la reciente sucesión de ataques sufridos por varios buques mercantes en la zona del Mar Rojo ha vuelto a poner en alerta a la comunidad internacional, dejando al desnudo su vulnerabilidad ante este tipo de acciones y poniendo sobre la mesa la necesidad de adoptar soluciones coordinadas a nivel supranacional que garanticen el libre tránsito de mercancías por las zonas actualmente en conflicto.

De momento, algunas de las grandes líneas navieras de contenedores ya han tomado la decisión de utilizar la ruta del Cabo de Buena Esperanza en lugar del Canal de Suez, apelando a la seguridad de sus tripulaciones, como no podía ser menos, aunque, aparentemente. la amenaza de los hutíes se limita a los buques israelíes o con escalas previstas en algún puerto hebreo.

Alrededor de esta nueva disrupción de la cadena logística global han surgido en redes sociales diversas teorías conspiratorias sobre el origen y las motivaciones de estos ataques, dando lugar a todo tipo de especulaciones. No soy amigo, casi nunca, de las teorías conspiratorias, pero en un conflicto de esta envergadura, con todas las piezas que interactúan en el tablero, tanto visibles como ocultas, no resulta tan difícil encontrar lógica, aunque ésta sea perversa, a ciertas teorías.

Lo único cierto en todo este guirigay logístico es que las mercancías y sus dueños acaban siempre perjudicados. Porque los que realmente se llevan la peor parte, no lo olvidemos, son las personas, con nombres y apellidos, que trabajan a bordo de esos barcos. Nunca se les reconocerá suficientemente su valor.