“El arreglo entre unos y otras, por familiar que fuese, estaba tocando a su fin. Nuestro retraernos, nuestro callarnos, nuestro poner la otra mejilla: se había acabado (...) si no podía decir lo que quería, tendría que levantarse de la mesa. Si no podía levantarse de la mesa, tendría que derribarla”.
Estas líneas pertenecen a la voz de mi querida Vivian Gornick, en su libro “Mirarse de frente”, y estarán conmigo en que con ellas nos trasladamos a nuestro día a día de lleno. Los conflictos y tensiones comienzan a amontonarse y ... se comprende. Las circunstancias excepcionales -Covid-19 mediante- nos han llevado a la incertidumbre, la mejor de las aliadas del desapego, desconcierto, tensión y enojo.
Pero no podemos dejarnos arrastrar. No debemos dejar que la tristeza y pesimismo domine nuestro espíritu. Quejémonos, pataleemos un rato y exorcicemos nuestros fantasmas pero, luego, exijamos soluciones y respuestas a quienes las pueden dar. Demos golpes en la mesa, derribémosla si es preciso, para llamar la atención sobre las inconcreciones, normativas injustas y nuevos proyectos de ley que no observan la realidad del colectivo afectado en cuestión y dejemos de lamentar lo que podría haber sido este 2020 porque ¿saben qué? Ese 2020 del que hablan no ha sido, ni será. Las películas que nos montamos en nuestras cabezas son estupendas, pero no dejan de ser más que eso: películas.
No es lo mismo presupuestar que ejecutar; no es lo mismo querer que poder. ¿Será posible que veamos los proyectos ponerse en marcha antes de jubilarnos?
Se nos presentan por delante unos meses marcados por asuntos relevantes que dictarán la actividad futura en ámbitos como la estiba, transporte terrestre, aduanas, etc. y las inversiones públicas deberían ser un balón de oxígeno para todos: empresas y administraciones como los puertos y aduanas. Por lo que nos han dicho, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española contará con LA ESTRATEGIA para salir de la crisis causada por la pandemia. ¿Nos darán los tips para que podamos trasladar esa estrategia a las empresas o se la quedarán para ellos?El Plan, que permitirá la modernización de la economía española, contará con 140.000 millones de euros, entre transferencias no reembolsables y préstamos. Así que esperamos que la tramitación de los proyectos aprobados no se eternice. Porque como sabrán bien, no es lo mismo presupuestar que ejecutar; no es lo mismo querer que poder (aunque a algunos les guste vender la moto). ¿Será posible que veamos los proyectos ponerse en marcha antes de jubilarnos? Lo que está claro es que urge que se tengan en cuenta, por ejemplo, los que tienen que ver con el desarrollo del transporte ferroviario. Los tenemos a medias y la competitividad de la comunidad logístico-portuaria pasa, en muchos casos, por ahí. A saber: accesos a los puertos, estaciones intermodales, conexiones ferroviarias entre dársenas, actualización de corredores ferroviarios, etc. Está claro que no todas las mercancías pueden subirse al tren, pero las que pueden, tendrían que poder hacerlo de una vez. Que tenemos infraestructuras deteriorándose por no poder encontrar quién las ocupe porque no tenemos conexión ferroviaria. Qué pena.
Los puertos no hacen más que invertir en ello incluso en proyectos que se desarrollan fuera de su espacio natural, los muelles. El último ejemplo lo vivimos la pasada semana cuando el Port de Barcelona firmó un convenio con Puertos del Estado y Adif para potenciar la competitividad del transporte intermodal. La inversión en los corredores ferroviarios Madrid-Barcelona y Zaragoza-Pamplona, financiada por la Autoridad Portuaria de Barcelona, será de 30 millones de euros.
Además, la rentabilidad de estas inversiones es fácilmente verificable, vean lo que ha sucedido con las realizadas en el Corredor Zaragoza-Sagunto-Valencia. Los servicios se han multiplicado exponencialmente. Así que, nos sobrarán las razones para zarandear la mesa como nos hagan ghosting. Que nos conocemos todos.