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Ecoincentivos marítimos: otro fracaso

  • Última actualización
    30 abril 2025 05:20

España cosechó en su día un sonoro fracaso con las subvenciones lanzadas con Francia para el transporte marítimo de corta distancia bajo el concepto jurídico de autopistas del mar, planteadas desde Gijón y Vigo; y España ha vuelto a cosechar de nuevo un estrepitoso fracaso en materia de ayudas al transporte marítimo de corta distancia en esta ocasión bajo la modalidad de ecoincentivos marítimos. No hemos aprendido.

Y eso en que en los años de transición entre uno y otro modelo fuimos capaces de superar el más que erróneo enfoque de subvencionar al naviero, para apostar decididamente por incentivar al usuario del barco, un avance más que loable que, a las pruebas nos remitimos, no hemos conseguido afinar lo suficiente, pues tal vez se hayan logrado todas las salvaguardas jurídicas, si bien nos hemos enfangado en todas las barreras burocráticas.

A diferencia de las circunstancias precedentes, no ha consistido en conceder alegremente la subvención por nada, premiando tráficos existentes o retorciendo las bases para limosnear a las navieras que aceptaran las ayudas con las condiciones que impusieran. Ni siquiera hemos tenido que afrontar que los beneficiarios salieran corriendo sin responsabilidad alguna tras haber tomado la pasta.

Las circunstancias son ahora diferentes, si bien el resultado es el mismo: incentivar, incentivar... realmente no se ha vuelto a incentivar casi nada.

Veinte millones de euros era el presupuesto de esta convocatoria y solo se han otorgado 1,7 millones. Es decir, el 91,4% de las ayudas han quedado desiertas y no porque no hubiera interesados, pues hubo 52 empresas solicitantes, si bien solo 15 beneficiarias, todo un exceso este calificativo, por cierto, pues en algún caso la cantidad otorgada no supera ni los cien euros, es decir, ni siquiera justifica el esfuerzo administrativo de presentación de la documentación.

Hay que exigir responsabilidades

¿Por qué entonces se ha alcanzado este resultado en los ecoincentivos marítimos? Pues porque la Administración ha llevado a cabo un estricto cumplimiento de la Ley, algo evidenciado en que hubo que ampliar el plazo de resolución pues los técnicos no daban a basto, dada la complejidad de los expedientes y la saturación ministerial en torno a los fondos Next Generation.

Nada que añadir al respecto y mi felicitación al Ministerio, aunque así ha encontrado un estupendo clavo ardiendo: “Estamos para cumplir la ley, debemos ser rigurosos, lo contrario sería inadmisible, no podemos hacer nada...” y bla, bla, bla, pero el caso es que las ayudas se han quedado sin otorgar y hay que exigir responsabilidades.

En primer lugar porque la causa principal de rechazo total o parcial de las solicitudes es el incumplimiento del artículo de la Ley de Subvenciones donde se exige que los beneficiarios deben realizar sus pagos de acuerdo con los plazos que marca la ley de morosidad, un principio tan irrenunciable como todavía muy enquistado a nivel sectorial, lo que debería haber exigido que la convocatoria lo hubiera tenido en cuenta o incluyera advertencias de escrupulosidad previas, es decir, un trabajo fino y dedicado y no esta brocha gorda que ha terminado por arrasar a la mayoría de candidatos.

En segundo lugar, las otras causas tienen que ver con las dificultades para casar los datos facilitados por transportistas y navieras y hacer trazabilidad de los transportes implicados, curiosamente el verdadero reto de partida de estas ayudas, hasta el punto de que la dificultad de verificación es lo que siempre se nos ha dicho que impedía que en los ecoincentivos ferroviarios el destinatario fuera el cliente en vez del operador. La diferencia es que en el ferrocarril sí ha podido poner el Ministerio el cartel de “todo vendido” y en el short sea brilla el fracaso, algo tentador, aunque la ineficiencia sea más que visible en ambos casos. Es de esperar que la solución elegida para los ecoincentivos marítimos no sea dar un paso atrás y volver a subvencionar directamente a las navieras. Nos merecemos un programa de ayudas eficiente, eficaz y bien trabajado. Es obvio que no lo hemos logrado.