Menos mal que las evidencias científicas se amontonan -por decenas, por cientos-, y de un lado y otro del espectro político. Porque todos los interesados (aquí no incluyo a negacionistas ultras y terraplanistas porque estos van a su rollo) pueden escuchar los argumentos que justifican la necesidad de hacer cambios en nuestras rutinas para que las generaciones futuras de humanos puedan sobrevivir en el planeta Tierra.
Y en mitad de ese fangal maniqueísta en el que a algunos les gusta vivir, una vez más -y que no se cansen de hacerlo- los puertos de interés general de la Comunitat Valenciana han demostrado querer ir un paso más allá de su responsabilidad puramente económica y se han convertido en la punta de lanza de proyectos de sostenibilidad ambiental.
Lo han hecho implantando medidas correctoras para aliviar al medio ambiente de las consecuencias de su actividad, siendo el campo de pruebas de investigaciones pioneras o sirviendo de acicate para que otros operadores se pongan en marcha en el camino a la transición sostenible.
PortCastelló, por ejemplo, lleva tres años realizando acciones concretas de protección ambiental desde el ámbito público y el privado. 70 millones de euros de inversión para ejecutar medidas como la construcción de tres pantallas atrapa-polvo, la puesta en marcha de un plan de retirada de mercancía de los muelles, el nuevo Muelle de la Cerámica y la exigencia de inversiones ambientales a los nuevos concesionarios de las terminales que graneles sólidos, reordenación del tráfico rodado, el nuevo acceso viario a la Dársena Sur, el cerramiento de almacenes o la compra de nuevas barreras anti-vertidos. Y, lo más importante, la Autoridad Portuaria de Castellón ha decidido dotarse de un departamento de Sostenibilidad con lo que eso supone para el presupuesto global del ente portuario. Bravo. Invertir para conocer la problemática, investigar y resolverla.
En Valenciaport la apuesta comenzó mucho antes (los medios económicos también son otros no vengamos a hacer de menos a nadie). Tras las inversiones propias, la creación de herramientas y proyectos como Ecoport y la consolidación en la Unión Europea como partner de excepción por su disponibilidad y su eficiencia como campo de pruebas, el Puerto de Valencia está inmerso en el proyecto H2PORTS (entre otros) que lo convertirá en el primer enclave de Europa en incorporar la energía del hidrógeno en sus terminales. Totems como Grimaldi y MSC participan en este proyecto utilizando maquinaria propulsada con hidrógeno. ¿Mejores socios? Imposible.
Así las cosas, la descarbonización de la actividad portuaria, la búsqueda de las emisiones cero gracias al uso de energías renovables y a la electrificación, y utilización de combustibles alternativos como el GNL o el hidrógeno deberían ser los ejes prioritarios de cualquier gestión portuaria -e industrial salvando las distancias sectoriales-. Porque todo aquel que diga que no se puede hacer más, miente, o peor se engaña estúpidamente si dice verdad.
Ya vamos tarde, así que será mejor que nos pongamos a ello. Porque, ¿qué alternativa tenemos? ¿Achicharrarnos al sol?