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EL “ferroviario” y los injustificables olvidos

  • Última actualización
    10 abril 2024 05:20

Nos hemos dejado en el tintero en estas semanas comentar el reciente reajuste en el organigrama del Ministerio de Transportes. Esperemos que sea el último, aunque al “caso Koldo” aún le quedan coletazos y no olvidemos que tenemos a algún que otro máximo responsable ministerial para el/los que las reuniones en La Chalana siguen teniendo una difícil justificación.

Dejando de un lado las salidas en la Jefatura de Gabinete y en la Dirección de Comunicación, fruto de la “captación de talento” de la exministra Sánchez para sus confortables Paradores, los últimos movimientos han sido la supresión del Comisionado del Transporte, la Movilidad y la Agenda Urbana; la creación de la Secretaría General de Movilidad Sostenible con la Dirección General de Estrategias de Movilidad; y la nueva denominación de la ya Dirección General de Transporte por Carretera “y Ferroviario”.

La orfandad ideológica les resulta insostenible

Al respecto de la supresión del Comisionado y de la creación de una tercera secretaría general con su dirección general correspondiente, uno tiene en primer lugar la sensación de que el Ministerio, estructuralmente, había por fin quedado delineado para la gestión de aquello para lo que está concebido, es decir, el transporte y las infraestructuras, una vez migrado al Ministerio de Vivienda toda esa retahíla de elementos distorsionadores y electoralistas de la Vivienda y la Agenda Urbana. Ahora bien, la cabra tira al monte y la orfandad ideológica supongo que les resultaba insostenible, de ahí el suprimir el Comisionado, netamente definido para gestionar el Plan de Transformación, y la creación de otra secretaría general para favorecer esa pátina pancartera con la que adornar cuestiones que, todo hay que decirlo, se defienden solas pero no llegan a ese “público” que interesa al Ministerio por encima de cualquier otro.

En todo caso, lo más interesante que deja este último movimiento es una vez más la matemática sensación de que lo de la igualdad en el organigrama de Transportes no cuadra por ningún lado, dijera lo que dijera en su entrevista a Diario del Puerto la secretaria general de Transporte Terrestre.

Y es que tras la salida de Carmen Librero del citado Comisionado y los nombramientos en la nueva Secretaría General, el organigrama del Ministerio de Transportes y sus entes adscritos pasa a estar configurado por 27 altos cargos de los cuales únicamente 7 son mujeres, lo que a efectos del discurso gubernamental no parece muy consecuente. Por cierto, ninguna mujer preside ente público alguno del Ministerio, con dos secretarias generales y cinco directoras generales.

Una de esas directoras es Roser Obrer, que en el Foro Nacional del Transporte tuvo que estar negociando con María Tena (AECOC) cómo era presentada, si con el cargo antiguo, pues aún no había sido publicado formalmente, o si con el cargo nuevo, no muy bien acogido por algunos de los que estaban en el Foro. Como quiera que Carmelo Hernández, fiel a su incisivo discurso, se anticipó y silabeó con ironía lo de “directora general de Transporte por Carretera y fe-rro-via-rio”, sin obviar un sintético “no nos gusta”, a Obrer no le cupo más remedio que dejar a un lado lo que había negociado con Tena, presentarse como lo que ya es y, además, explicar que el cambio de nombre no tenía “ninguna relevancia” pues las competencias ya estaban en su departamento.

Suponemos que Obrer no recuerda el histórico ir y venir competencial del ferrocarril y la carretera en la Dirección que encabeza, con víctimas ilustres como Juan Miguel Sánchez y procesos enconados en modo alguno sin relevancia.

En cualquier caso, qué país este en el que vivimos que, estando como estamos con el tema del ferrocarril, va y se nos olvida ponerle al nombre de la Dirección General la palabra “ferroviario”.