Esta semana, el especial sobre OEA de Diario del Puerto Publicaciones recogía que ya son más de 900 empresas españolas las que están certificadas como Operador Económico Autorizado, una cifra que consolida esta acreditación como uno de los pilares fundamentales de la cadena logística.
Desde su implementación, la figura del OEA se ha erigido como el estandarte de la confianza y la seguridad en la cadena de suministro internacional. Las empresas que han logrado esta certificación han invertido tiempo, recursos y un esfuerzo considerable para demostrar su fiabilidad, obteniendo a cambio simplificaciones aduaneras, menos controles físicos y un trato preferente que agiliza sus operaciones. Este estatus, auditado meticulosamente, ha permitido a las autoridades aduaneras depositar su confianza en estos operadores, contribuyendo significativamente a la fluidez y seguridad del comercio global, y consolidándose como un distintivo de excelencia para quienes lo poseen.
El horizonte de la gestión aduanera europea se presenta ahora con una ambiciosa reforma del CAU
Sin embargo, el horizonte de la gestión aduanera europea se presenta ahora con una ambiciosa y profunda reforma del Código Aduanero de la Unión (CAU), cuya implementación progresiva se prevé a partir de 2028 y su plena aplicación en 2032. Aunque todavía hay muchos aspectos por definir, esta reforma persigue una modernización radical del sistema, centrándose en una gestión aduanera más inteligente, digital y profundamente basada en el análisis de datos. En este contexto transformador, surge una nueva figura que, para muchos, genera cierta incertidumbre sobre el futuro del OEA tal como lo conocemos: el Trust and Check Trader (TCT). Este concepto se perfila como un estatus de super-operador, prometiendo un grado de automatización tan elevado que permitiría despachar mercancías con una intervención humana mínima, casi nula, delegando la verificación a posteriori, impulsada por algoritmos y análisis de riesgos.
Aquí reside la gran pregunta para el sector. Si el TCT ofrece un nivel de simplificación y automatización tan superior y transformador, ¿cuál será exactamente el papel del OEA ? ¿Se convertirá el TCT en una evolución natural del OEA, que simplemente añade más requisitos técnicos y ofrece aún mayores beneficios? ¿O emergerá como una figura independiente y superior que, a la larga, relegará al OEA actual a un segundo plano?
Los detalles precisos de esta transición y los criterios exactos para la obtención del TCT aún están pendientes de una definición clara y exhaustiva por parte de las autoridades europeas. Esta ambigüedad genera preocupación, especialmente para las miles de empresas que han realizado inversiones significativas para obtener y mantener su certificación OEA.
Esta incertidumbre exige una cautela estratégica y una planificación a largo plazo por parte de todas las empresas involucradas en el comercio internacional. Aquellas que ya poseen la certificación OEA deben estar extremadamente atentas a la evolución de los requisitos del TCT y evaluar si su actual infraestructura de cumplimiento y su grado de digitalización serán compatibles o fácilmente adaptables a las nuevas exigencias. Para las compañías que aún no son OEA pero que estaban considerando obtener la certificación, surge la duda razonable sobre si la inversión actual en OEA merece la pena en un escenario de cambio tan profundo e inminente, o si sería más prudente esperar y prepararse directamente para los requisitos del TCT.
Solo una guía clara podrá asegurar una evolución beneficiosa para todos los actores de la cadena de suministro.