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El “gran derrame de Lego” y otras lecciones

  • Última actualización
    15 septiembre 2025 16:21

El 13 de febrero de 1997 el buque “Tokio Express” cubría el servicio entre los puertos de Róterdam y Nueva York cuando a unas 20 millas de Land’s End, en Cornualles, el punto más occidental de la Inglaterra continental, recibió el impacto de una ola enorme que hizo que se escorara 60 grados a una banda para oscilar 40 grados a la otra banda, provocando la caída al mar de 62 contenedores. Uno de ellos contenía casi 5 millones de piezas de Lego. Concretamente, 4.756.940, de ellas 3.178.807 lo suficientemente ligeras para flotar.

Casualmente, las piezas de Lego perdidas eran de las líneas Lego Piratas” y Lego Aquazone, incluyendo 418.000 aletas de buceo, 97.500 botellas de buceo, 13.000 fusiles submarinos o 28.700 botes salvavidas amarillos que, paradójicamente, no flotaban. Esas piezas han ido apareciendo durante años no sólo en las playas cercanas al lugar del accidente, sino también en otros puntos de la costa británica, Francia, Bélgica o Países Bajos. Aún hoy, 28 años después, se encuentra alguna pieza de vez en cuando. Estos Legos derramados en 1997 podrían tardar hasta 1.300 años en descomponerse, según los científicos que analizaron su estructura, lo que revela el duradero impacto de la contaminación plástica.

Apenas la semana pasada, 67 contenedores cayeron del buque “Mississippi”, muchos de ellos al agua, mientras era estibado en el Puerto de Long Beach, en Estados Unidos, y unos meses antes, en mayo, el “Elsa 3” capotó frente a la costa de Kerala (India), liberando más de 100 contenedores al mar, alguno de ellos con materiales peligrosos. Cerca de ese mismo punto, la explosión de un contenedor en el buque “Wan Hai 503” provocó en junio la pérdida de varios contenedores, aunque lo verdaderamente importante en este caso fuera la muerte de cuatro tripulantes.

Cada contenedor que cae al mar desde un barco es ya demasiado

Los incidentes relacionados con la pérdida de la carga, en este caso contenedores marítimos, siguen siendo demasiados, a pesar de los innegables avances en el ámbito de la seguridad, tanto desde el punto de vista técnico como de la capacitación profesional. El informe anual “Contenedores Perdidos en el Mar” del Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC) revela que 576 contenedores se perdieron por la borda en 2024, un aumento notable desde el mínimo histórico de 221 contenedores en 2023.

Un factor clave de este aumento fueron los desvíos por el Cabo de Buena Esperanza para evitar los ataques hutíes en el Mar Rojo. El tránsito de portacontenedores por el Cabo de Buena Esperanza aumentó un 191%, según el WSC, y la Autoridad Sudafricana de Seguridad Marítima cifró en unos 200 contenedores los que cayeron por la borda en la región, más de un tercio del total mundial. Este cambio de ruta expuso a buques que normalmente no transitarían por Sudáfrica a las temidas tormentas invernales en la región entre junio y agosto. Sin embargo, esta circunstancia no deber ser una excusa .

Hay alrededor de 7.400 buques portacontenedores navegando por todo el mundo que transportaron el pasado año más de 250 millones de contenedores. Es cierto que los 576 contenedores perdidos contabilizados por el WSC representan una ínfima parte del total. Y es cierto también que la industria naviera está tomando medidas proactivas para prevenir incidentes y mejorar la seguridad de la carga. Pero cada contenedor que cae al mar desde un barco es ya demasiado.

El caso del “gran derrame de Lego” , no por curioso deja de ser revelador. No siempre los contenedores transportan juguetes. Otras veces, traen otro tipo de “regalos” que nadie quiere en su playa.