Es impresionante cómo se ha puesto todo el mundo de acuerdo en que los contenedores tienen que tener un tamaño y no otro...”. Las palabras del periodista y escritor Juan José Millás nunca tienen sinsentido. Por mucho que a primera vista puedan parecer reflexiones simples, evidencias sobre aspectos cotidianos a los que una inmensa mayoría no concedemos valor; no porque no lo tengan, sino porque nuestro ojo crítico no está convenientemente entrenado o no es capaz de separar lo ordinario de lo extraordinario, de ir más allá de las apariencias.
Para Millás, cuya obra está caracterizada en su mayor parte por la introspección psicológica, cualquier hecho cotidiano puede convertirse en un suceso fantástico. Para ello creó un género literario personal, el “articuento”, en el que una historia cotidiana se transforma por obra de la fantasía en una perspectiva crítica de la realidad. Sus columnas en El País brillan por la sutileza y originalidad de sus puntos de vista para tratar temas cotidianos, así como por su compromiso social y la calidad de su estilo.
Cuando de Juan José Millás se trata, no solo produce placer la lectura de sus escritos. Su palabra llega también a través de las ondas de radio con ese tono de voz de señor mayor y afable que disfraza su sabiduría con frases sencillas pero reveladoras, para que así, quienes no alcanzamos su agudeza, podamos comprender el mundo, aun en sus aspectos más sencillos, a través de sus pensamientos y de sus palabras.
Hace unos meses, en mayo, en “Las edades de Millás”, la sección que semanalmente protagoniza en el programa “A vivir, que son dos días” que dirige Javier del Pino los fines de semana en la cadena SER, Juan José Millás visitó el Puerto de Bilbao para transmitirnos a pie de muelle y de propia voz, su particular visión de un puerto y de una terminal de contenedores.
“Es alucinante... qué invento el contenedor, donde todo encaja, y el misterio de lo que llevan dentro y el modo de estibarlo, al contrario que los pisos: el contenedor que va más arriba es el más barato”
“Se va el camión con el contenedor a la velocidad a la que cambian las ruedas los Fórmula 1”, exclamaba sorprendido en presencia de su acompañante Paqui Ramos; la directora de CSP Iberian Bilbao Terminal, Elvira Gallego, y la jefa de Desarrollo Comercial de la Autoridad Portuaria de Bilbao, Amaia Sarasola, entre otras personas.
“Es alucinante... qué invento el contenedor, que todo encaja, todo se hace a una velocidad tremenda. Y luego, el misterio de lo que llevan dentro y el modo de estibarlo, al contrario que los pisos. El contenedor que va más arriba es el más barato porque tiene más posibilidades de caerse al mar”, decía no sin cierta ironía.
Existe todo un mundo de posibilidades en el interior de un contenedor de 6, 12 o 14 metros, según la particular conversión métrica de Millás. Motos, comida, bebida, tabaco, muebles, ruedas… “Dentro de los contenedores puede caber todo. No conocemos de la realidad mas que una puntita y el Puerto de Bilbao es una de las trastiendas de esa realidad”, decía ya a Javier del Pino en el estudio de la SER en Madrid, a su regreso de Bilbao.
Juan José Millás se fue al Puerto de Bilbao en busca de los contenedores que, hace 65 años, revolucionaron el transporte marítimo y terrestre, y que lo siguen haciendo en este 2021 que está poniendo más que nunca de relieve su fundamental papel en la economía global. El contenedor como commoditie en sí mismo, caja de metal precioso, materia prima de la globalización que bien podría cotizar en los mercados de materias primas o de valores. Pero nadie sabría explicarlo mejor que Juan José Millás. Y se fue a Bilbao a hacerlo.