Durante la celebración del SIL 2023, por cierto, con un éxito de organización y de participación, he podido charlar con muchos profesionales del transporte terrestre y todos coinciden que se están moviendo cosas y más que se deberán mover si queremos estar preparados para los enormes retos que la logística del presente y del futuro requerirá de las empresas del sector.
Me gusta poner la mirada en sectores que no conozco en detalle, y me ha sorprendido que desde el año pasado, se han producido varias operaciones de compraventa de empresas de transporte españolas, principalmente hortofrutícolas, en algunas de ellas se han posicionado importantes fondos de inversión, como en el caso de Primafrío; o grandes empresas buscan su expansión como es el caso de Logista, que ha adquirido una importante participación de El Mosca.
Todo el transporte terrestre tiene problemas muy parecidos y muchos de ellos son endémicos, no siendo capaces ni las empresas ni las administraciones de encontrar soluciones.
El primero de ellos sería la enorme fragmentación del sector (según datos del año 2021 hay mas de 102.000 empresas censadas en España), que es un serio inconveniente para ser competitivo en un mundo global, en el que hay que negociar con clientes potentísimos, y muchos de ellos asimismo globales.
Otro muy destacado y comentando hasta la saciedad, es la falta de conductores profesionales, con un déficit estimado de más de 20.000 profesionales, y esto en un país en el que el paro juvenil supera el 33%. Algo no estaremos haciendo bien.
Todo el transporte terrestre tiene problemas muy parecidos y muchos de ellos son endémicos
La sostenibilidad en general es una necesidad de la sociedad y de las empresas, pero en el caso del transporte terrestre es un factor que debe ser transversal, impregnando todos los estamentos en la estrategia de las organizaciones. No se va a poder sobrevivir si no se acometen fuertes inversiones en sostenibilidad, ya que es un sector altamente regulado por todos los niveles de las administraciones.
Estamos en un momento de incertidumbre, en el que se están probando diferentes tipos de combustible y que, al igual que ocurre con los buques, todo apunta que el futuro demandará que cohabiten diferentes fuentes de energía. Por último pero no menos importante, la necesaria digitalización del sector del transporte, que deberá venir acompañada de grandes dosis de innovación, tecnológica y productiva, y allí será uno de los principales escenarios, donde las empresas obtendrán ventajas competitivas, y les permitirá mantener sus cuotas de mercado.
Volviendo a mi mundo cercano que es el transporte de contenedores, constato que una vez mas no hemos aprendido demasiado bien la lección.
En una época de bajada de la actividad, navieros, consignatarios, transitarios y clientes reaccionamos empujando los precios de los servicios a la baja e ignorando todos los aspectos que hemos mencionado hasta ahora. Ahora buscamos que el precio nos compense, y ya miraremos más adelante cómo se reducen emisiones, o cómo se reordena el tráfico en los puertos; o cómo encontramos conductores jóvenes para reemplazar al goteo constante de jubilaciones, que además se va a incrementar en los próximos años.
La robustez de las cadenas logísticas es una necesidad del tejido productivo, y su construcción depende de muchos factores y de la integración de muchos colectivos, para entre todos producir un producto final, fiable, estable, económico y seguro. Y todos nosotros tenemos nuestra cuota de responsabilidad. No la podemos ignorar.