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Elogio de la “mediocridad”

  • Última actualización
    09 septiembre 2025 05:20

La Semana Portuaria de la UIMP, consolidada ya por méritos propios en el calendario de eventos del sector marítimo-portuario nacional, y organizada por la Autoridad Portuaria de Santander, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y Puertos del Estado, pone desde 2023 el punto final a los Cursos de Verano de la UIMP en Santander con la denominada “Escuela de Liderazgo”, cuya misión es contribuir a la formación de los actuales líderes portuarios para que actúen como “agentes del cambio”, en sintonía con los objetivos del Marco Estratégico del Sistema Portuario de Interés General.

En efecto, en cualquier tipo de organización, una de las responsabilidades esenciales de la alta dirección es liderar y gestionar el talento; es decir, las capacidades, conocimientos y habilidades de sus empleados, activo estratégico para su crecimiento, competitividad y sostenibilidad, ya que si estas funciones no se ejercen adecuadamente, lo más probable es que este recurso crítico se acabe perdiendo.

Gestionar talento implica identificar, atraer, reclutar, potenciar, formar y retener a personas con las habilidades y competencias necesarias para alcanzar los objetivos corporativos de la organización. Liderar el talento, por su parte, supone inspirar, motivar, movilizar y conducir a las personas hacia el logro de dichas metas. Las decisiones sobre talento, por tanto, son la clave para la construcción de un equipo fuerte, de alto rendimiento, comprometido y capaz de impulsar el éxito de la organización a largo plazo.

Así se expuso el pasado viernes en Santander en el cuarto y último Encuentro de la Semana Portuaria UIMP 2025, en el que la secretaria general de Puertos del Estado, Clara La Calle López-Gay, definió el sistema de selección del funcionariado público, como corresponde a Puertos del Estado, como “amigo del talento”, en base a un proceso con concurrencia competitiva que “exige estudio y esfuerzo” y que propicia “una gran movilización social de capacidades que permite captar talento”.

La excelencia existe pero no es la norma, necesita estructura y “una mediocridad ordenada, funcional y bien dirigida”

No cabe duda, por ello, de que la captación y retención de talento no son problemas graves ni urgentes para la administración pública. “Nadie se va”, reconoció La Calle en referencia al sector portuario público, aunque defendió la necesidad de incrementar “el nivel de implicación y de motivación” de los trabajadores de dicho sector.

En cualquier caso, todas las organizaciones aspiran a unir la buena gestión con los valores como el mejor camino para alcanzar la excelencia, convertida ésta como el símbolo del desempeño perfecto, tanto como este domingo mostraron Carlos Alcaraz en el US Open o La Roja en Turquía.

La excelencia existe. Pero no es la norma. No todo el mundo puede ser Carlos Alcaraz o Yamine Lamal. Dice Carlos Polo, autor del libro “Mediocre: Cómo dirigir empresas normales en un mundo obsesionado con la épica” , que la mediocridad, bien entendida, es el “medio ambiente natural” de cualquier organización que ha superado un cierto número de empleados y que la clave del éxito de una empresa depende tanto de la correcta gestión del talento como de la mediocridad.

La excelencia necesita estructura, y como diría Polo, necesita una “mediocridad ordenada, funcional y bien dirigida”.

Necesita gente que no quiera brillar, sino que quiera que otros brillen. Porque cuando la mediocridad es el terreno de juego, gestionarla no es aspirar a menos. Es tener un plan para cuando lo excelente no aparece. Y en realidad, eso ya es una forma de excelencia.

Eso sí, los “mediocres” siempre son los otros. Nunca nosotros. Ni usted, ni yo. ¿O tal vez aún no lo sabemos...?