Sabemos que Teruel existe, entre otras anecdóticas certezas, porque el limbo, al menos el de los aviones, está allí. El de Teruel es un limbo terráqueo, finito y vallado, construido sobre plano, que abarca 340 hectáreas que se desparraman a lo largo y ancho de un páramo solitario a 17 km de la capital provincial.
Situado en pleno corazón de la España vaciada, el Aeropuerto de Teruel o PLATA (Plataforma Aeroportuaria-Teruel), como también se conoce a esta infraestructura especializada en el estacionamiento, mantenimiento y reciclado de aeronaves, ha estado en las últimas semanas al borde de la saturación. En sus vastas explanadas no cabía ni un alma más que las de los aviones que diferentes compañías aéreas han ido estacionando ante el desplome del tráfico aéreo de pasajeros.
En éstas, el 25 de abril aterrizaron en Teruel los dos primeros A380 de Air France, el avión de pasajeros más grande del mundo, condenados ahora a afrontar un período de inactividad indefinido. Lufthansa ha enviado ya al menos siete Airbus A380 al limbo aeroportuario de Teruel para su almacenamiento y se espera que algunos de estos aparatos ya no regresen a Lufthansa. Teruel podría ser su última morada.
No habrá paraíso, por tanto, en la era post-Covid, para estos colosos de los cielos que desafiaron las leyes de la física prometiendo revolucionar la aviación comercial gracias a su enorme capacidad de transporte y a su largo alcance. Desde su primer vuelo en 2005, el futuro del A380 se ha mantenido siempre en el aire, entre las dudas sobre su competitividad, rentabilidad y eficacia. La aplicación del principio de las economías de escala no siempre garantiza un resultado exitoso, como ha sido el caso del Airbus A380, del que sus últimas unidades serán entregadas en 2021.
Entre el cielo y la tierra, en el mar, los buques de crucero tienen reservado su propio limbo, que en algunos casos se parece más a un purgatorio en el que los cruceros más grandes, auténticas ciudades flotantes bautizadas con pomposos nombres como “Epic”, “Wonder”, “Allure” o “Majesty”, penan en soledad su arrogancia mientras esperan la llegada de un futuro poco halagüeño.
Nadie sabe cómo será realmente el futuro después de esta pandemia, ni de las que, como dicen, vendrán después. Esta crisis está poniendo a prueba la capacidad de supervivencia de las especies. De todas las especies. El Airbus A380 y los grandes buques de crucero están demostrando no estar correctamente dimensionados para el nuevo mundo que supuestamente vendrá tras la pandemia.
Sin embargo, los otros nuevos gigantes de los océanos, los portacontenedores de 24.000 TEUs llamados a sostener el comercio mundial, siguen haciéndose a la mar retando los límites de la ingeniería y de la economía. Tal vez en su osadía obtengan recompensa. O tal vez estén viviendo también en el limbo de sus propios sueños de grandeza.
El Airbus A380 y los grandes buques de crucero no están dimensionados para el nuevo mundo que, dicen, vendrá tras la pandemia. Sin embargo, los otros nuevos gigantes de los océanos, los portacontenedores de 24.000 TEUs, se hacen a la mar retando los límites de la ingeniería y de la economía. Tal vez en su osadía obtengan la recompensa. O tal vez estén viviendo en el limbo de sus propios sueños de grandeza