Las oficinas de Adif en Abroñigal siguen ancladas en esa estética laboral indisimulable de los 80, en la que por más que renueves el mobiliario y forres de pantallas táctiles las paredes se sigue respirando un aire antiguo y decadente.
Las propias oficinas de Adif en Chamartín o de la antigua Iberia Cargo en Barajas o de la propia Renfe en las “caracolas” son otros símbolos de ese espíritu funcionario-empresarial tejido en largos y estrechos pasillos, forrados de despachos y más despachos, con puertas y más puertas y paredes de exultante gotelé donde los cuadros siempre son mapas y planos de redes de infraestructuras pretéritas.
Dos de esos ajados mapas distraían ayer la vista de la veintena de apelotonados asistentes a la apertura de ofertas económicas para la explotación de la futura terminal de Vicálvaro, celebrada en una sala de reuniones que se quedó pequeña en lo que parecía el principio de algo nuevo, si bien tenía mucho de funeral.
Recuerden que Vicálvaro es la sentencia de muerte de Abroñigal. Es más, ayer no solo se licitaba el explotador de la futura Terminal Intermodal Oeste de Vicálvaro que acogerá toda su actividad, sino también aquel operador que al cabo de un año procederá al traslado, abandono y cierre de Abroñigal, poniendo fin después de más de medio siglo a todo un símbolo ferroviario.
Morirá Abroñigal obsoleta, tal y como la declaraban sus propios responsables a este Diario hace 25 años; morirá constreñida, renqueante y ajada; y lo hará con todas las rémoras que han asfixiado al ferrocarril en España pero, y esto es muy importante, acogiendo todas las grandes esperanzas, y ahí tienen los ejemplos de los trenes con China o la nueva y flamante autopista ferroviaria.
En este contexto, no podía haber mejor escenario para decretar la defunción de Abroñigal y el alumbramiento de Vicálvaro que la propia Abroñigal y ese profundo espíritu del ayer que transita por sus viales en permanente despedida, rumbo al que siempre se dijo que sería su futuro: el triángulo ferroviario.
Allí, en la frontera con Coslada, próximo a las explanadas de La Vicalvarada, sigue tomando forma el Centro Logístico de Vicálvaro, cuya Terminal Intermodal Oeste, salvo hecatombe, ya tiene dueño.
A las 10:58, con dos minutos de antelación, se procedió ayer en Abroñigal a la apertura de plicas tras varios minutos de tenso silencio por parte de los más que puntuales asistentes.
El resultado, lo vienen conociendo desde ayer gracias a Diario del Puerto.
Como el orden de los factores no altera el producto, antes de dar forma a su alianza, Renfe y MEDLOG nos mostraron ayer los frutos que puede alcanzar su colaboración y lo dejaron todo prácticamente hecho para asumir la gestión de la llamada a ser primera terminal intermodal de España.
La UTE conformada al 50% por ambas compañías (veremos si esta es una pista sobre la futura distribución de la sociedad que van a crear, que era el objetivo inicial, por cierto) no dejó espacio para muchas dudas.
En primer lugar, ha obtenido una valoración técnica superior en 17,6 puntos a la de su competidor. En segundo lugar ha ofrecido cinco veces más de renta fija anual que el presupuesto base, exactamente cinco, algo que no puede ser casual y que permite extraer evidentes conclusiones en las que huelga abundar. Por último, los compromisos de tráfico hablan de un incremento con respecto a Abroñigal de más del 40% en 5 años, una optimista proyección ante la que no se puede decir más que “ojalá se cumpla”. En su manos estamos, en sus manos quedamos.
Descanse en paz Abroñigal. Bienvenida al mundo Vicálvaro.