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Enredados, sin quererlo

Facebook celebró ayer su 15º aniversario. ¿Se lo pueden creer? ¡Han pasado sólo 15 años! Tengo la sensación de que siempre ha estado ahí. ¿No les pasa lo mismo?

  • Última actualización
    04 febrero 2019 17:30

Corría el 4 de febrero de 2004 cuando se puso en marcha “The Facebook”, un nuevo espacio que pretendía ser algo así como un directorio de alumnos y personal universitario de Harvard que permitía la conexión entre los usuarios validando una simple invitación de amistad y creando espacios privados de conversación. En unas horas, los 1.200 alumnos de Harvard se habían registrado en este nuevo espacio virtual. Hoy, lo que conocemos como “la red social” de Mark Zuckerberg (más información en la oscarizada película de David Fincher), cuenta con 2.320 millones de usuarios activos mensuales en todo el mundo. La empresa cotiza en bolsa, mueve millones de euros en publicidad, se ha visto envuelta en decenas de casos de intromisión en la intimidad de sus usuarios, gestión inadecuada de los perfiles personales o robos de contraseñas... Incluso se sospecha de su uso para la proliferación de mensajes extremistas y para la manipulación de resultados electorales (¡qué distintas serían ahora las novelas de espías de John le Carré!). Y pese a todo... ¡no pierde usuarios! ¿Qué más tiene que hacer Facebook para que las empresas y los particulares le abandonen?

Así que, visto el amor que profesamos a todo lo que tenga que ver con las nuevas tecnologías, las redes sociales, la gratuidad y la supuesta libertad de gestión de nuestro tiempo que nos aportan las aplicaciones (apps), habrá que ponerse al día en asuntos como el sharing, la economía colaborativa y las nuevas app.

A las ya conocidas herramientas que facilitan la comunicación entre cargadores y transportistas, se suman ahora las que permiten a los usuarios de ecommerce entrar en contacto con chóferes amateurs (los llamados por los políticos emprendedores de la distribución urbana de mercancías) que realizan entregas a precios irrisorios porque en el papel son intercambios de tareas, supuesta economía colaborativa, que queda al margen de la regulación porque: ¿Cómo vas a regular una cadena de favores? No estaría bien.

Este limbo sin regulación genera competencia desleal con los operadores de transporte que sí que están cumpliendo con las reglas, que sí que están abonando sus tributos en el país que corresponde y que sí cuentan con todos los permisos exigidos. Porque al final, lamentablemente, a la gente le da igual quién sea el portador de su paquete mientras llegue lo antes posible. Hagan la prueba: ¿cuántos de los que conocen pueden decirles qué empresa de mensajería les ha llevado a casa lo comprado en internet? Seguro que son pocos.

Otro ejemplo de cómo se está trabajando en el sector fue denunciado ayer por la Asociación de Autónomos del Transporte de Paquetería (AATP). Según la Asociación, Amazon Flex busca conductores y lo único que les piden es que sean autónomos, tengan coche, carnet de conducir y un smartphone. Ojo: no piden tarjeta de transporte de servicio público ni seguros de vehículos adaptados al servicio público. ¿Y qué se puede hacer frente a esto? Pues poco por lo que parece.

Autónomos y empresas del transporte batallan cada día con los precios de la competencia, se les está exigiendo cada día más profesionalidad, más sostenibilidad, más eficiencia. Mientras enfrente les quedan modos subvencionados o alegales que no tienen que responder a las mismas exigencias. Por no hablar de las empresas buzón, las cooperativas fraudulentas, las euroviñetas, los desvíos a autopistas...

Cada vez hay menos gente que quiera dedicarse al transporte terrestre. ¿Y todavía se preguntan por qué?