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Bastos

Una de las cosas para la que más se necesita el valor es para hablar sinceramente, cuando hay un problema, con quien tiene la solución. Con tal de evitar ese trance, nos pasamos la vida comentando las cosas con quien no nos ha de aportar más que un rato de paciente escucha, que casi siempre finalizará con unas palabras de apoyo, le contemos lo que le contemos.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 15:24

Es fantástico contar los problemas con tu mujer a tu amigo, que siempre te va a decir que son todas iguales y que no hay quien las entienda. Hablan empresarios con empresarios y ponen verde a los estibadores, a veces. Hablan estibadores con estibadores y lo mismo pero al revés. Mientras analizamos si son galgos o son podencos ayer caía la segunda condena de Europa al sistema portuario español, por no hacer caso a la primera. Y nosotros a seguir así, esperando. Nos pasamos los años mirando al cielo, a Madrid o a Luxemburgo para ver si nos mejora las relaciones laborales en los muelles. Cuando sabemos que ni en el cielo ni en Luxemburgo ni en Madrid nos suelen hacer caso. Ahí estamos, esperando a ver si ellos le echan las guindas al pavo que nosotros somos incapaces de echarle. En los últimos treinta años he escrito mil veces que poco ha cambiado en las relaciones laborales en los muelles. Poco no significa que nada haya cambiado. Se corrigieron algunas cosas hace muchos muchos años, cuando, por ejemplo, en el Puerto de Valencia no se movía ni un millón de TEUs. Cosas realmente complicadas de corregir se corrigieron. Se consiguió establecer jornadas de seis horas, regularizar todas las retribuciones que percibían los estibadores, e incluso, se lo prometo, se redujo considerablemente, en los primeros años 90, el censo de estibadores. ¿Saben cómo se consiguió eso? Hablando los responsables del Puerto, de los empresarios y de los estibadores a pecho descubierto. Con un par. Es cierto que parece siempre que cualquier tiempo pasado fue mejor, cuando lo que realmente era mejor es que en el pasado éramos más jóvenes. Pero a veces, siendo objetivos, todo lo que se pueda ser objetivo, uno piensa que entonces se superaron retos mucho más difíciles de los que hoy se plantean. Y se hizo a base de eso, de hablar sinceramente. Actualmente, parece que no ha habido forma de que señores que viven bien de esto se pongan de acuerdo en la forma de mantener y acrecentar, incluso, el negocio a largo plazo. Y no parece que, como ocurre en política, se vaya a conseguir otra cosa que dejar pasar el tiempo, a ver si las cosas se arreglan solas o viene alguien y las arregla. Ya quisiera yo, y alguno de ustedes, tener las cartas que tiene el sector de la estiba en nuestro país. Aún así, con esas cartas, no son capaces de hacer jugada. Esperan que repartan nuevas, incluso cuando todo parece indicar que lo que van a repartir desde Luxemburgo son bastos. Ya sé que no es fácil, pero se supone que los que están llamados a dar luz a este sombrío panorama, son gente muy preparada, inteligentes defensores de los intereses de los compañeros o reputados y muy bien pagados CEOs de internacional experiencia. Qué extraño que a tan buenos tahúres lo único que se les ocurra es apostarlo todo a oros o espadas. Yo, que soy mucho más tonto y menos preparado, pero que he pasado más hambre que el perro de un yonqui, me iría a de copas todos juntos y trataría, sobre todo, de que no nos repartan bastos.