Es lo que tiene vivir en sociedad, que uno no puede, aunque quiera, abstraerse de su entorno y no tiene más remedio, como diría Ortega y Gasset, que vivir con su circunstancia, porque en el fondo el escenario de nuestra vida no lo hemos creado nosotros... si me apuran ni siquiera la tramoya.Los logísticos, tan avanzados y pioneros en casi todo, saben bien a lo que me refiero. La mayor de las eficiencias en logística se produce cuando todos los eslabones que han de intervenir en cualquier proceso están perfectamente engrasados de tal forma que se genera la famosa tensión de la cadena. Mínima fricción entre partes, fluidez en la comunicación, rapidez en la circulación, mínimo coste y mayor producción. Eficiencia a lo bruto.Cuando los más emprendedores sienten la necesidad de seguir creciendo están obligados a tener en cuenta todos los elementos que van a intervenir en su negocio (de nada sirve, por ejemplo, montar un tienda online con muy buenos precios si luego no se es competitivo -en precio y tiempo- en los envíos). Algunos, los que más pueden, solucionan el asunto adquiriendo y controlando todas las piezas de la cadena. Otros, la mayoría, no tienen más remedio que realizar un intenso trabajo previo de búsqueda y análisis para tratar de rodearse de los mejores, conscientes de que al final el nivel de eficiencia estará marcado por el peor de los elementos que intervienen en el proceso. Lógica pura.Posteriormente, una vez se ha decidido quiénes son los compañeros de viaje y la maquinaria comienza a rodar, habrá que estar atentos al comportamiento del entorno, ser solidarios cuando la otra parte en buena fe lo necesita, flexibles si las condiciones externas transforman el escenario y muy exigentes si el resultado en nada o muy poco coincide con lo pactado.Dejando a un lado la teoría logística, que no siempre coincide con la realidad, me vienen a la cabeza multitud de situaciones a las que nos vamos a enfrentar en los próximos meses y que van a requerir grandes dosis de esa solidaridad de la que hablábamos.Aterrizando. Muchos de ustedes, yo también, apostaríamos por un sistema de estiba totalmente libre y abierto a las leyes que marca el mercado, sujeto únicamente a los lógicos requisitos de capacitación profesional y seguridad. No debemos dejar de renunciar a aquello en lo que creemos, pero tampoco podemos poner en marcha la apisonadora porque corremos el riesgo de acabar con todo.Buscar ese punto de encuentro de intereses, esa zona de confort en la que todos se sientan relativamente cómodos, se antoja como un objetivo irrenunciable para los grandes actores del sistema portuario español en los próximos meses.Actuar sin tener en cuenta la "circunstancia" no parece un buen consejo pues como concluía el mismo Ortega, "si no la salvo a ella, no me salvo yo".