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Sospechas

Cuando ya pensábamos que la tranquilidad política y pública se iba a instalar en el Puerto de Alicante, nos sorprenden con que la Fiscalía Anticorrupción ha decidido investigar cómo se están realizando las cargas y descargas de graneles en el enclave.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 16:31

Según parece las molestias provocadas por la manipulación de graneles sólidos "en condiciones inadecuadas" son de tal magnitud que la Fiscalía ha tenido que abrir una investigación en el puerto para saber si las autoridades competentes cometieron un delito de prevaricación al consentir esa actividad sin la correspondiente licencia ambiental. Me quedo de piedra.Está claro que las obligaciones deben ser las mismas para todos y que si una empresa debe cumplir con unos permisos y autorizaciones en un sitio, en otro también; pero me parece sorprendente que las empresas portuarias investigadas, con años de experiencia en el sector y ubicadas en el puerto desde hace décadas, tengan algún tipo de irregularidad en este tipo de permisos. Si fuera así, la negligencia de las compañías sería comparable a la de la autoridad portuaria que ha otorgado la concesión o licencia para operar en un entorno tan sensible como es este, sin contar con las preceptivas autorizaciones exigidas en cualquier actividad económica. ¿No les parece? Además, no olvidemos que la manipulación de graneles sólidos en el Puerto de Alicante no ha estado exenta de polémica nunca, sobre todo por las tensiones con los vecinos que han argumentado en numerosas ocasiones que las nubes de polvo, generadas por el movimiento de este tipo de mercancías, eran intolerables; con lo que la dejadez en la obtención de los permisos sería muy reprochable. Encima que la Fiscalía inicie sus acciones investigatorias no hace más que generar dudas y preocupaciones sobre la gestión portuaria. Si ahora se confirma que las empresas operaban sin licencia ambiental la crisis puede ser de órdago. Ya veremos.Y mientras la sociedad alicantina se levanta contra los graneles, en Málaga se congratulan del regreso de los depósitos de combustible a su puerto. En la década de los 80 la actividad salió del enclave por petición popular lo que supuso un gran impacto en la economía local. Ahora, 30 años después, han regresado y a nadie le ha parecido mal. ¿Será que la sociedad ha comprendido que toda actividad económica genera sus impactos ambientales? ¿Será que la industria ha evolucionado hacia la conciliación con el bienestar social? Pues un poco de ambas cosas supongo. Lo que está claro es que la instalación de los graneles líquidos se ha vendido como algo fundamental para la recuperación del puerto, sobre todo después de la fuerte caída del tráfico de contenedores que ha vivido. Pero, frente a la necesidad de incrementar la competitividad del enclave, ¿por qué tramitar esta puesta en marcha de una forma tan rocambolesca? Les cuento. En vez de pasar por el concurso público, el nuevo cliente del puerto llega siendo arrendatario de otro concesionario. ¿Por qué pasan estas cosas? ¿De verdad la gestión de los graneles es tan compleja como para que las autoridades portuarias no puedan actuar de la misma forma que con otra terminal? No lo comprendo. Con estas decisiones, lo que aparentemente no es más que el inicio de actividades de una nueva empresa se convierte en un hito sospechoso y cuestionable. Quizás lo que hace falta es más pedagogía y diálogo real y realista con la ciudadanía para que los puertos dejen de ser esos grandes desconocidos, hervideros de corrupción y acuerdos bajomano. Basta ya con que los de siempre, digan lo de siempre sobre los puertos. Y, señores, no les den municiones para que lo hagan.