Puestos a fantasear, puedo incluso ver a Hemingway al fondo de la barra de El Floridita, inmortalizado en bronce a tamaño natural, en su típica pose habanera. Acodado en la barra, el pie izquierdo reposado sobre el apoyapiés y la mano derecha apoyada en la cadera, Ernest Miller sonríe a los parroquianos y parece estar pidiendo el ante-antepenúltimo daiquirí de la noche al cantinero de Cuba, Cuba, Cuba, ese buen cubano al que una historia de amor lo volvió malo y que sólo bebe aguardiente para olvidar. Hay que ver la capacidad de sugestión que tienen algunas palabras y la necesidad que tenemos algunos débiles de espíritu de caer en la tentación. Wilde dio en el clavo, aunque no conviene olvidar que hay tentaciones en las que no es posible caer por mucho que uno se lo proponga. Y es que el Floridita de La Habana no es precisamente el bar que todos tenemos a la vuelta de la esquina, ese en el que los colegas nos saludan con una imperceptible elevación de cejas y en el que el cantinero, que es de todo menos un buen cubano, nos sirve la copa sin hacer preguntas cuando nos ve aparecer por la puerta con el ceño fruncido.El caso es que el Boletín Oficial del Estado de ayer, 4 de enero de 2016, publicaba el anuncio de una solicitud de concesión que ha echado a volar mi imaginación. "Por la mercantil Floridita Bilbao, Sociedad Anónima Unipersonal, ha sido solicitada la concesión para la explotación de la cafetería-restaurante situada en el edificio de Oficinas Generales de la Autoridad Portuaria de Bilbao, en Santurtzi". Hay un plazo de veinte días hábiles, a partir del siguiente al de su publicación en el BOE, para que las "Corporaciones, Entidades y particulares que se consideren afectados por tal petición, puedan examinar el expediente de que se trata" en las oficinas de la Autoridad Portuaria de Bilbao "y presentar en ellas cuantas alegaciones estimen pertinentes relativas a dicha petición".Siendo un absoluto ignorante en asuntos de contratación pública, siempre me he preguntado cuáles son los criterios de valoración para adjudicar en un concurso un servicio como el descrito. La mayoría de los concursos relativos a obras, infraestructuras y servicios, cuentan con criterios de valoración más o menos objetivos y mensurables, que los técnicos pueden evaluar y puntuar. ¿Pero en una cafetería-restaurante? ¿Quién evalúa la calidad de los productos y de los servicios? ¿Acaso el Tribunal hace una cata-degustación como los novios antes de contratar el banquete de bodas?Sea como fuere, como particular y esporádico cliente que soy de la cafetería-restaurante del Puerto de Bilbao, me considero afectado por la solicitud de Floridita Bilbao y legitimado para examinar el expediente por si hubiera lugar a realizar las correspondientes alegaciones. Si la citada mercantil solicita una concesión bajo esa denominación tan sugerente y evocadora, lo suyo sería no defraudar al personal. Con una escultura de Hemingway en bronce y a tamaño natural al fondo de la barra y la receta del daiquirí "Papa Hemingway" de El Floridita de La Habana me basta. No es tanto pedir.