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En misión

El Puerto de Barcelona y su comunidad logístico-portuaria vuelven a ser noticia esta semana por el desarrollo de la misión empresarial que está desarrollando en Chile. Aunque está bien claro cuál es el valor de estas acciones comerciales y promocionales, quizás conviene recordar de vez en cuando la extraordinaria labor de acompañamiento y de presencia que ejerce una autoridad portuaria con estas actuaciones.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 17:01

Todos tenemos muy claro que los primeros comerciales de un puerto no son solo los trabajadores del departamento comercial de la autoridad portuaria, sino lo empresarios que negocian por todo el mundo que el movimiento de sus mercancías se produzca por un lado o por otro. De aquellos que, en definitiva, buscan para sus clientes los mejores ratios de eficiencia, en términos de costes, seguridad y rapidez.La labor comercial de una autoridad portuaria sustenta su fuerza en el acompañamiento, la disponibilidad, la atención al cliente y la resolución de dudas y conflictos. Y todo es complementario porque todo suma.Cuando los detractores de las misiones comerciales argumentan que se trata de acciones que desgastan mucho y que aportan pocos resultados, quizás deberían pensar en los muchos beneficios que también pueden presentar para todo el colectivo.El Puerto de Barcelona, por ejemplo, se presenta anualmente como un colectivo cohesionado y fuerte en mercados que potencialmente son interesantes para incrementar el intercambio comercial.La comunidad logístico-portuaria catalana se siente representada y acompañada por una institución capaz de abrir muchas puertas de los ámbitos institucional, social y político.El gobierno catalán también se implica en estas acciones porque, en definitiva, es una forma de estar presente en el día a día del tejido económico y empresarial.Las empresas más conservadoras, las que apenas se han planteado nunca dar el salto al mercado internacional, tienen también en estas misiones una oportunidad de aprovechar la experiencia y la fuerza del colectivo para iniciarse más allá de sus propias fronteras.En definitiva, creo que hay muchos elementos positivos en las misiones comerciales bien hechas, pensadas y estructuradas que deben tenerse en cuenta a la hora de plantear su conveniencia.Desde 1998 la APB ha organizado misiones empresariales en Argentina, Túnez, China, Marruecos, México, Turquía, India, Brasil, Marruecos, Argelia, Egipto, Colombia y ahora Chile. Algo debe hacer bien cuando la respuesta de las empresas es positiva y la experiencia se sucede año tras año, incluso repitiendo destinos.También podría aportar mucha luz sobre el asunto el Puerto de Bilbao, que a través de UniportBilbao, mantiene una constante y fructífera política de acompañamiento comercial, de búsqueda de nichos de mercado y de presentación comercial de servicios.Estoy convencido de que son buenos ejemplos a seguir, porque es lícito copiar las buenas ideas y, si se puede, mejorarlas.Ya sé que los grandes acuerdos, las reuniones que acaban por llevar miles de contenedores de un sitio a otro, se suelen producir en ámbitos más íntimos y reducidos que en una misión comercial, pero no es motivo suficiente para descartarla. Sin duda.