Pero algo cambió hace unos días. La escalada de tensión entre los gobiernos español y catalán de las últimas semanas, sumado a la convocatoria de elecciones generales para el próximo diciembre, parece que han podido más que la diplomacia y la ministra de Fomento se quitaba el guante de seda que suele lucir en sus apariciones en Catalunya para despacharse en Madrid con unas declaraciones que no sentaron nada bien en Barcelona sobre un tema que, además, es de por sí delicado: los nuevos accesos ferroviarios de Barcelona.Soltaba la ministra Pastor ante un nutrido auditorio formado por empresarios y representantes de instituciones y administración que si las obras de estos accesos ferroviarios no han dado comienzo es, poco más o menos, porque la Generalitat de Catalunya no quiere.Ojipláticos se debieron quedar algunos en Catalunya al leer en los diarios las declaraciones de la titular de Fomento ya que todos aquellos que conozcan un poco el tema sabrán que los nuevos accesos ferroviarios al puerto de la capital catalana son, desde hace años, una de las obras más insistentemente demandadas desde aquí.De hecho, y como recordábamos en estas mismas páginas el pasado viernes, el día 4 de septiembre de 2013 se firmaba en Barcelona, a bombo y platillo, el protocolo que debía suponer el inicio de la construcción de esta infraestructura ferroviaria, con la presencia de la propia ministra de Fomento y del president de la Generalitat, Artur Mas.Hoy no es costumbre revisar las hemerotecas pero si lo hiciéramos más a menudo nos llevaríamos alguna que otra interesante sorpresa, como ocurre en el caso que nos ocupa: "El acto de hoy marcará un antes y un después en los accesos ferroviarios. Firmamos un protocolo justo que ha sido posible gracias al trabajo y la colaboración de todas las instituciones implicadas", aseguraba Ana Pastor. "La licitación debería estar resuelta antes de final de este ejercicio", o sea, de 2013, añadía la ministra. Ahora, dos años y dos meses más tarde, está claro que las palabras de la titular de Fomento han quedado en agua de borrajas. Ni el acto marcó un antes y un después ni la licitación está resuelta.También contaba con unos plazos similares Sixte Cambra, el presidente del Puerto de Barcelona: "Estimamos que a finales de 2015 el acceso ferroviario estará terminado y en funcionamiento", decía.El president de la Generalitat aseguraba, por su parte, que la firma del protocolo era un caso de "buena sintonía institucional", algo que, evidentemente, hoy está muy lejos de ser real.Independientemente de quién tenga o no razón en esta historia, lo cierto es que la hipótesis más plausible para justificar el retraso que acumula la obra es el rifirrafe político. Y cuando se habla de actuaciones destinadas a favorecer el crecimiento económico la política debe quedar al margen porque, al final, quienes pagan el pato son los ciudadanos. Como siempre.