En todo caso, no quiero darle mayor importancia al tema electoral en esta cuestión pues el matiz importante no es que Puertos del Estado trate mal a determinado puerto como valor absoluto, sino que el ruido que llega permanentemente de las autoridades portuarias es que OPPE niega supuestos beneficios a un enclave mientras al de enfrente se los otorga o permite políticas e inversiones en un puerto que abre cauces que entran en colisión con los intereses de otro (cuanto más próximo mayor es la indignación, obviamente).Me aburre abrirles en canal la hemeroteca y darles detalles de las numerosas voces que venimos escuchando con este soniquete, entre la envidia, los celos y la legítima defensa de un trato justo, equitativo y en reivindicación de los méritos aportados para estar en el lugar que cada uno ha alcanzado.Por eso, dejemos cada caso concreto a un lado, y vayamos a la esencia del discurso que no es más que abundar en una bipolaridad desquiciante y, si me lo permiten, de un egoísmo insultante.Resulta que tenemos un modelo de 28 autoridades portuarias autónomas y autosuficientes sometidas al principio de coordinación y preservación del interés público de Puertos del Estado. ¿Y qué es esto? La ley y la trampa, ni más ni menos. ¿Que OPPE me da alas? Viva el Red Bull. ¿Que OPPE me las corta? Como ángeles caídos renegamos del cielo. ¿Que cuál es el mejor modelo? Más “diálogo”, que dicen ahora los escapistas militantes en el eufemismo, es decir, ni ellos lo saben.Lo queremos todo, ¿verdad? Autonomía de gestión, autosuficiencia económica, que nadie nos controle, que todo sean puertas abiertas y nos hagan el pasillo corifeo de la letanía del “sí, bwana”.Eso sí, para mí, porque para el puerto de enfrente, para ese, por favor, un poquito de coordinación ¿verdad? Un poquito de equilibrio, que se le controle, que se someta, que no se pase de la raya, que no nos pise la manguera, “¿dónde está Puertos del Estado, por Dios? ¿Donde está?” Y que viva el centralismo y las políticas de Estado y la supervisión, la coordinación y el control.Tenemos a medio país portuario reclamando más autonomía para los puertos, más capacidad de gestión, libertad tarifaria absoluta, cesión de competencias a las comunidades autónomas y demás exigencias para una absoluta independencia y, a la vez, a la otra mitad exigiendo que se fusionen las autoridades portuarias, que se junten los puertos en organismos autónomos más amplios para una mejor coordinación y control. Y, ojo, a la vez, todo el mundo renegando del actual órgano de control y reclamando autonomía propia e individual pero exigiendo que se controle a los demás. Llévenme al loquero, por favor.Dicen que esto es por culpa del modelo de Estado. Desengáñense. Olvídense de naciones, autonomías y federaciones. Esto es España, con su ADN identitario, en todas partes, ya seas nación, pueblo o comunidad de vecinos. Yo, mi, me, conmigo. El burro delante. Todo el mundo quieto, menos servidora y mi derecho al verso suelto. Claro...