Motril no es el primer destino que se promociona partiendo de cero, no es el primer destino que apuesta por invertir en un tráfico que no afecta directamente a su cuenta de resultados y no lo es porque, como han subrayado prácticamente todos los presidentes de los puertos españoles, los enclaves son y deben ser las herramientas que permitan al comercio exterior y la economía local crecer y fortalecerse. El puerto es un medio para lograr el enriquecimiento de la sociedad que lo rodea y por ello debe invertir esfuerzos y capitales en contar con lo que el tráfico requiera, desde instalaciones a personal experto. Lo malo es que este deber que se autoimpone la autoridad portuaria por su afán de generar oportunidades de negocio a los empresarios locales es, en muchas ocasiones, lamentablemente, un arma de doble filo. Por un lado, se necesita invertir en la promoción del destino y el puerto hace todo lo que puede por estar en el mercado, promocionarse ante las navieras y aportar tasas y bonificaciones impensables en otros tráficos. Pero en muchas ocasiones ésto no es suficiente porque la oferta que buscan las navieras requiere del apoyo del sector turístico local. El puerto solo no puede vender destino, a no ser que el destino ya funcione en el boca a boca internacional, obviamente.Además, por otro lado, este altruismo (y digo altruismo porque los costes portuarios suponen en las más de las veces más gastos que ingresos cuando un puerto recibe la escala de un crucero) le revienta en la cara a la autoridad portuaria cuando las cifras no son las que espera la ciudad. Es entonces cuando surgen los reproches, la exigencia de explicaciones y hasta los insultos de algunos tertulianos acerca de la gestión portuaria de unos y otros. La acción altruista se convierte entonces en la mayor de las obligaciones y toda tu buena reputación depende únicamente de que lleguen cruceristas. El resto de gestiones comerciales, buenas gestiones, quedan en un segundo plano. Qué pena que los puertos se queden solos cuando las escalas menguan. Qué pena que haya quien crea que todo el poder lo tienen los puertos y no miren más allá... Esta miopía del sector turístico es quizás el principal problema de este tráfico, que queramos o no, está llamado a ser relevante en el crecimiento de la economía local y más cuando el modelo productivo de nuestro país ha retomado las cifras positivas recuperando el lema de la época del desarrollismo "Spain is different". Así que viva el sol, la playa y el turismo porque si no fuera por el turismo las cifras económicas no serían lo que son. No se engañen.Habrá que esperar a que todos (agentes turísticos, hoteleros, restauración, los municipios y sus vecinos...) comprendan que la colaboración no es opcional sino urgente y necesaria, para que la rentabilidad crucerística sea una realidad en todos los destinos.