El "Cabo Machichaco" era, como recuerda el perito y comisario marítimo Fernando José García Echegoyen, "una perfecta bomba" ya que la distribución de la carga incluía un iniciador o detonador (bombonas de ácido sulfúrico); abundante metralla (material siderúrgico, cubos y tubería); el explosivo (45 toneladas de dinamita); todo ello, "envasado en un recipiente hermético y resistente" como el casco del "Cabo Machichaco", atracado en pleno centro urbano de Santander a pesar de que el reglamento del Puerto prohibía expresamente el atraque a los muelles a buques con cargamentos de explosivos. El historiador Rafael González Echegaray, en su libro "Naufragios en la Costa de Cantabria", achaca "el desuso imprudente de este precepto" a la "corruptela de prácticos, consignatarios, capitanes, comandantes, aduaneros, ingenieros y en general a la negligencia de todo el mundo más interesado precisamente de que tal no sucediera, y que habría de pagar tan caro las consecuencias y en su propia carne".Sobre las dos de la tarde, durante la operación de descarga, una de las bombonas de ácido sulfúrico se rompió, derramando su contenido en las bodegas del buque y provocando un incendio que en pocos instantes se extendió por toda la mitad de proa del buque alcanzando proporciones alarmantes. Al tener conocimiento del suceso todas las autoridades civiles y militares de Santander se personaron en el muelle para seguir de cerca las operaciones de extinción del incendio. También acudieron al lugar cientos de curiosos, atraídos por la espectacularidad del siniestro y ajenos completamente al contenido de la carga del buque.Las tripulaciones de algunos barcos anclados en el puerto, como el "Alfonso XIII", de la Cía. Trasatlántica, o el "Catalina", de Pinillos, prestaron su ayuda en el intento de extinguir el fuego. Sin embargo, hacia las 16:45 horas sobrevino la tragedia. El "Cabo Machichaco", con su carga de dinamita, saltó por los aires acabando con la vida de 590 personas e hiriendo a más de 2.000, destruyendo tres calles enteras de una ciudad que apenas alcanzaba entonces los 50.000 habitantes. Cuatro meses después, durante los trabajos de extracción de la carga que aún quedaba en los restos del barco, una segunda explosión se cobró la vida de otras 20 personas.Según cuentan las crónicas, el primer informe "oficioso" de las causas del accidente lo emitió el obispo de Santander al día siguiente, advirtiendo que "la imprevisión y la codicia han podido tener no pequeña parte". Actualmente, en la explanada donde murió tanta gente hay un monumento que recuerda la catástrofe y, cada 3 de noviembre, el Ayuntamiento de Santander sigue depositando un ramo de flores. Sucedió, tal día como hoy, hace 122 años.