Esa misma mañana, me dirigí con un ejemplar del Diario hasta la planta 24 de Torre Iberdrola (alguien -Iberdrola, Bilbao Ria 2000 o Ayuntamiento de Bilbao- debería explicar alguna vez a la ciudadanía por qué se ha perdido una oportunidad de oro para habilitar un observatorio en alguna de sus últimas plantas), donde se celebraba la jornada "Corredor Ferroviario Atlántico: oportunidades para el desarrollo de Euskadi".Transcurrieron las rutinarias intervenciones de apertura a cargo de políticos y representantes institucionales, en este caso, la consejera de Medio Ambiente y Política Territorial del Gobierno Vasco, Ana Oregi, y el secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda, Julio Gómez-Pomar, y mi atención se repartía entre sus palabras, que flotaban, previsibles, por la sala acristalada; las páginas 6 y 7 de Diario del Puerto ("En lugar de hacer tanto ruido con el tren, hay que empezar a ponerlo en marcha", apuntaba en la entrevista el director general de DSV Air & Sea en España y Portugal, Iban Mas; y las impagables vistas de Bilbao que la jornada ferroviaria me estaba regalando desde la planta 24 de Torre Iberdrola (insisto, ¿por qué se ha privado a la ciudadanía de esa oportunidad, cuando el solar sobre el que se levantó es público?).Mientras tomaba nota de las intervenciones de la consejera y del secretario, pensé que, de haber un turno de preguntas, no estaría de más cuestionar a ambos sobre el titular a cinco columnas del Diario. Pero deseché pronto la idea por resultarme pretencioso e inadecuado arrogarme en aquel momento un papel de crítico al estilo "El Follonero", Jordi Évole.De todas formas, de no haberme iluminado la razón en aquel instante, tampoco hubiera tenido ocasión de blandir la portada del Diario como arma dialéctica. Tan pronto como sus intervenciones acabaron, los políticos se fueron por donde vivieron. Sin preguntas. Sin respuestas. Hubo después un debate en el que Antonio Aguilar, director general de Renfe Mercancías, dijo que en España la gestión del transporte de mercancías por ferrocarril "no se están haciendo mal sino que tiene sus particularidades", para añadir que "debemos estar contentos porque la revolución ya ha llegado al transporte ferroviario de mercancías". Percibí cierta perplejidad entre los asistentes, muchos de ellos clientes del ferrocarril y mientras el debate seguía, yo leía también a Iban Mas. "Creo mucho en el ferrocarril pero cuando esté listo. El ferrocarril es fantástico pero mientras no llega, potenciemos el SSS, por ejemplo. (...) ¿Es fomentar el ferrocarril coger un contenedor y llevarlo a Madrid en tren en lugar de en camión? Sí́, pero cuando pienso en ferrocarril quiero decirle a un cliente: puedo llevarte en tren 100 contenedores a Lituania".Desconozco el motivo por el que normalmente no lo hacen (lo supongo) pero estaría bien que en una próxima jornada ferroviaria invitaran también al arquitecto de la cadena logística, al transitario. Los discursos institucionales, de tan gastados, han perdido la credibilidad. A menudo tengo la sensación de que los políticos tratan al tren como un juguete. Como el Ibertren. Así de pequeñitos se hubieran visto los trenes de mercancías desde el piso 24 de Torre Iberdrola hace 20 años, cuando la terminal TECO ocupaba su planta.