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La utilidad demostrada

Los logros en la vida siempre son discutibles y, sobre todo, difícilmente cuantificables porque no sólo está lo que consigues, sino su impacto, que es siempre lo más importante y de eso sólo a largo plazo se puede tener una mínima aproximación. Por tanto, si se hace complicado ponerse de acuerdo sobre si algo que se obtiene es un triunfo o una derrota, si es suficiente o pobre y si la valoración depende de las expectativas que se tienen (otro campo de disenso), más complejo es aún determinar cuánto de bueno o malo ha generado una medida, análisis tamizado indefectiblemente por la subjetividad de cada uno y sus herencias. Casi nada.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 17:21

En unos días, por ejemplo, entraremos en la vorágine de juzgar la legislatura y ya me contarán cómo les va con la aplicación de todo lo que les acabo de decir y de si, medida por medida, son capaces de ponerse de acuerdo con un mínimo de tres profesionales o vecinos o familiares de esos que día a día les rodean.Resulta curioso que les cuente esto cuando las políticas de gestión por objetivos son ya casi un estándar, no ya sólo en la empresa privada, sino también en la Administración, y todo eso de que los objetivos deben ser alcanzables y medibles y demás filosofías debería hacer más que indiscutible todo lo discutible que les acabo de comentar.Pero ni lo veo, ni lo creo así. Hasta una reducción de tasas, con sus porcentajes y sus volúmenes absolutos de ahorro, puede ser sometida a un debate profundo que concluya con la valoración de "insuficiente", así es que como para no reflexionar sobre esta cuestión.Hay de todas formas ámbitos que lo tienen más fácil. A un Ministerio como Fomento tal vez le cueste medir cuánto de bueno tiene, por ejemplo, la reforma de la LOTT, pero en otras cuestiones puede presentar tramo a tramo, millón a millón y piedra a piedra lo que es poner en marcha una carretera o una AVE, lo cual te aproxima un poco más, no a ponerse de acuerdo en si es bueno o malo, pero si a tener claro qué se ha hecho.Por contra, hay organizaciones con una labor intensa y ardua que no sólo no pueden medir con claridad sus logros sino que eso, a veces, pone incluso en cuestión su verdadero papel y utilidad.Sin ir más lejos ahí tenemos a las patronales, cuya hoja de ruta proactiva es diariamente destrozada por la actitud reactiva ante la Administración, de tal forma que en los últimos años, en ámbitos como el transporte por carretera, el éxito no es construir el sector que uno quiere sino evitar que otros lo destrocen con sus medidas, lo cual es una nueva vertiente para seguir poniendo en cuestión los logros. ¿Frenar un problema que no existía es un éxito? ¿Quedarse como uno estaba es una victoria?Hace un año el Comité Nacional de Transporte por Carretera capitaneó una cruzada contra la arbitrariedad del Ministerio de Hacienda que concluyó con el compromiso del Gobierno de devolver el impuesto del céntimo sanitario, algo que era incapaz de garantizar la propia Justicia, pues Montoro había buscado los tres pies al gato con una interpretación de la sentencia de Luxemburgo a la que la Comisión Europea había decidido mirar de medio lado. Resulta que Hacienda no sólo había cobrado ilegalmente un impuesto, sino que había decidido seguir quedándose con parte del mismo y no devolverlo.¿Qué hubiera pasado si el CNTC y sus patronales hubieran bajado la cabeza? ¿Qué hubiera pasado con los 2.000 millones de euros a devolver ahora y la tendencia creada para que la justicia siga forzando a devolver el resto del dinero perdido? ¿Fue o no fue esto un logro? ¿Tienen o no tienen un beneficio claro todos estos millones de euros? ¿Pueden o no pueden llegar a ser útiles las patronales? Lo digo por si alguien lo dudaba...