Menú
Suscripción

Llamemos a Pepiño Blanco

Ya tiene bemoles que uno de los Gobiernos que más ha hecho en la historia de este país por la entrada de capital privado en el ámbito de las empresas públicas vinculadas con el sector del transporte y la logística, sea precisamente el que más haya hecho por demostrar que no se necesita ni la gestión ni el capital privado para hacer rentables dichas empresas.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 17:41

Esta entrada de capital privado, en el caso de AENA, sin ir más lejos, se antoja ahora mismo indiscutible, toda vez que la salida a Bolsa ha sido un éxito y desde el Gobierno se alardea de cómo se ha logrado multiplicar en el mercado el valor de una compañía con un porcentaje de capital público cuya valía se ha incrementado en la misma proporción.Pues bien, este argumento no deja de ser tramposo pues sólo sería importante para un Gobierno la revalorización en sí misma de las acciones si tuviera intención de venderlas, algo harto improbable y ya sí inadmisible en un ámbito de interés general como los aeropuertos.El valor real que debería tener para el Gobierno la compañía debería ser ante todo el de su cuenta de resultados que es, al fin y al cabo, la que soporta el valor accionarial. Dicha cuenta de resultados es la que el Gobierno por sí mismo y sin ayuda de nadie ha dado la vuelta como un calcetín, el solito, cuando AENA era 100% pública. Esa cuenta de resultados es la que garantiza el futuro, la financiación y la inversión, amén de una eficiencia y productividad también lograda por el Gobierno sin ayuda de nadie, razón de la recuperación de los tráficos.Por tanto, le guste al Gobierno o no, como el mérito es suyo, suya y por tanto de todos los españoles debería seguir siendo la compañía. Al césar lo que es del césar, aunque ya tiene narices que lo digamos desde fuera y que hayamos engordado la vaca para que al final se alimenten de una parte unos cuantos accionistas.Ante esta situación y con los mismos argumentos surge la pregunta de por qué quiere Fomento privatizar Renfe Mercancías. Es cierto que desde el concepto de interés general y de servicio público no debieran ser dos asuntos comparables. Igual que la presencia pública en las infraestructuras está ligada a su carácter estratégico de desarrollo del Estado y de su economía, la existencia de un operador de transportes público sólo se fundamenta para aquellos servicios no rentables que precisamente requieran de obligación de servicio público, una realidad solventada a la perfección en otros modos como el aéreo y el marítimo, con líneas y servicios con subvención sacados a concurso.Por tanto, con la liberalización totalmente implementada en las mercancías y a punto en los viajeros, no hay razón para que el estado se empeñe en realizar un papel que ejerce sin problemas el sector privado, siendo un operador ferroviario público algo que sólo tiene cabida desde el punto de vista ideológico, nunca en lo práctico. Y nada de porcentajes. La venta de Renfe debería ser del 100%.Ahora bien, si vamos a privatizar, es esta la razón esencial, justo la que menos se escucha, porque cuando se pide al Gobierno que argumente la privatización de una empresa como Renfe Mercancías se habla de sanear la compañía, fortalecerla, garantizar su proyección internacional y demás argumentaciones sacadas del saco de las excusas porque, y volvemos al caso de AENA, no se necesita a nadie o no se debería necesitar a nadie para poner de una vez por todas en beneficios a Renfe Mercancías. El Gobierno lo hecho con AENA y está clarísimo que lo puede hacer con Renfe. Y repito, sin necesitar a nadie.Eso sí, hay que enfrentarse a unos sindicatos que viven, por decirlo finamente, en un mundo paralelo. Mientras los análisis económicos insisten en que la insostenibilidad de Renfe radica en su estructura de costes, los representantes de los trabajadores reclaman ¡¡¡¡7.000 contrataciones más!!!!¿Cómo lo ven? ¿Llamamos a Pepiño Blanco o es que creen que el “milagro” de AENA hubiera sido posible sin la crisis de los controladores?