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Periodo de adaptación

Septiembre es el comienzo del año. Empieza a terminar lo que acaba y a prepararse el comienzo del nuevo año. El calendario dirá lo que quiera, pero la sensación de comienzo el cuerpo humano la tiene ahora, en septiembre. Casi todos hemos estado unos días fuera, agotándonos físicamente y descansando mentalmente, para volver al trabajo "a divertirse y a descansar".

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 17:48

Pobre de aquel que a estas edades sufra en su día a día laboral. Además, en este septiembre de 2015 tenemos una serie de estrenos y novedades que lo hacen especialmente singular. El que haya nuevo gobierno local y autonómico y nuevo presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia hace a todo el sector logístico valenciano estar tan atento o más en estos meses como lo ha estado en el último año, cuando los cambios se veían en el horizonte, sin concretarse. Se supone que a los recién llegados hay que darles un tiempo para que vayan cogiendo el pulso de sus nuevos quehaceres. Es curioso que cuando todo va tan deprisa, cuando el tiempo sigue valiendo cada día más y más, se siga teniendo una consideración especial con los que llegan nuevos a las ocupaciones más importantes y/o mejor pagadas. Las personas que toman las decisiones que más nos afectan, futbolistas, altos directivos portuarios y políticos, por ese orden, son las que gozan de un mayor margen temporal para empezar a rendir y para empezar a hacerlo bien. Se suele otorgar un año de adaptación a un figura recién llegada a la delantera, 100 días a un político que estrena cargo y unos meses a un presidente de puerto que debute en el "carguete". En todos esos casos, en función de lo que cobran, en dinero o en prestigio, carece de sentido esos periodos de adaptación tan largos. Cuando un profesional llega a una nueva empresa, como no esté rindiendo desde el minuto uno, corre el riesgo de no llegar al minuto dos. Pero bueno, otorgaremos el tradicional periodo de adaptación. Les daremos un tiempo que no tenemos. O al menos lo intentaremos. De momento, el día 24 de agosto se llevó a cabo la toma de posesión del nuevo presidente de la Autoridad Portuaria, Aurelio Martínez. Hacía lustros que no cambiaba ese cargo. El relieve del relevo ha hecho que hayamos analizado durante los últimos meses, con muy diversos interlocutores de muy distinto pelaje, el contenido de la figura de un Presidente de una Autoridad Portuaria. Qué requisitos se le piden, qué otro se le deberían pedir, qué influye en su nombramiento, qué peso real tienen en el devenir de un puerto y en el de sus empresas... El resultado da para escribir un libro. Un resumen cicatero de todos esos análisis de sobremesa pasaría por establecer que el requisito primero que se pide a un presidente es su sintonía política con el poder autonómico de turno, el que se le debería pedir es su inequívoca capacidad de gestión, lo que influye en su nombramiento es la voluntad del político que lo nombra, aunque parezca que escuche a uno y otros, el peso real de su gestión puede ser mucho, poco o nada, que de todos los casos ha habido. Con todo esto, seguiremos observando, como siempre hemos hecho, los pasos del nuevo máximo responsable de la APV, con máxima paciencia y consideración, durante un tiempo, para luego aplicar la misma paciencia y consideración que el mercado y los clientes aplican con nosotros. Mientras tanto, para los nuevos y para los que siempre estamos aquí... valor, mucha suerte y... al toro.