La crisis ha generado rupturas contundentes en todo tipo de relaciones laborales o familiares, porque, por primera vez, lo de no decidir no era una opción. Si lo piensan bien, muchos de los problemas que hoy están en la prensa sectorial y en la otra, son antiquísimos. De años o de muchos años de antigüedad. Porque no hay quien decida. Dicen que hay que tener paciencia. Pero a veces, eso de la paciencia es Bálsamos de Fierabrás que recetan todos aquellos a los que les viene tan bien el inmovilismo como mal les sienta lo de tomar decisiones. Así, van pasando los días, las semanas, los meses, los años. Hace más de un año que empezó la crisis mediática, agravada por una nefasta actitud política, en torno a la presidencia de la APV. Entonces anunciaron inmediatos cambios "en una semana". Y nada, todavía. Ni unos ni otros. Ni decide nadie ni se les espera, al menos hasta después del verano. Seguro que hay otras cosas que decidir y aclarar más importantes, para ellos, digo. Y no es que opte por que se cambie a nadie, es que no es de recibo, ni una semana más, eso de que ni se muera padre ni almorcemos. No es de recibo ni para los afectados y posibles afectados, ni para el sector en general. Decir que no habrá cambios es una opción, perfectamente sabia y santa, decir qué cambios va a haber, sería otra. No decir ni decidir, es un lujazo que ya se está convirtiendo en esperpento. No es el único caso en el que no hay dios que coja el toro por donde haya que cogerlo. Se sabe lo de la sentencia de Luxemburgo desde mucho antes de la sentencia. Aún así, posturas concretas, claras por parte de unos y/u otros... ninguna. Ni, otra vez, decide nadie, ni propone nadie, ni parece que lo vayan a hacer. Por mucho que diga la ministra que "empresas y sindicatos van a plantear una propuesta conjunta". Pero, añado yo, hoy no.... Mañana. Nuestras instituciones deberían tratar de ayudar a los elementos productivos, colaborar con ellos. Bueno, al menos, no entorpecer su funcionamiento. Apartarse, vamos. Dejarnos en paz. Pero no. En muchas ocasiones son el freno de mano a nuestras locomotoras, la arena en los engranajes. En cierta forma, me enfado porque me dan envidia. Debe ser una gozada, para cualquier empresario, eso de poder decidir, contestar, solventar hoy... o no. Qué placer poder elegir entre cumplir tu palabra, tus compromisos, atender a clientes, proveedores, empleados, hoy, este mes... o dejarlo para después de vacaciones. Nosotros, que si nos equivocamos una vez perdemos lo cosechado con mil aciertos, decidimos día sí y día también. Ojalá algo de eso se tuviera en cuenta a la hora de decidir las instituciones. Así seguro que aportarían algo más de agilidad a su gestión, decidirían, aunque fuera decidir que no van a cambiar nada, o que lo van a hacer en un plazo concreto. Paciencia sí. Pero ... ¿infinita?