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La cortesía

Mi primera entrevista como periodista fue en el año 1995, en los Juzgados de Plaza Castilla. Mi profesor de Redacción Periodística, José Julio Perlado, me había encargado un reportaje sobre el cumplimiento íntegro de penas, un asunto recurrente en aquellos años de terrorismo y asesinatos mediáticos, además de que era una bandera del entonces candidato popular José María Aznar.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 18:04

Llegué a aquella entrevista a través del penalista Enrique Gimbernat, que en un pasillo de la Facultad de Derecho me había dicho con gravedad:  “Hable con la Juez Decana de Madrid”.Recuerdo a una amable secretaria al teléfono a la que no tuve que dar excesivas explicaciones y una cita a última hora de la tarde de un invierno incipiente.Convencida, convincente, apasionada, arrolladora, de profundos valores y decisiones por principios, alta, aunque no lo era, elegante, con su melena esculpida y ondulada, entregada y accesible a la entrevista de un mero estudiante. Así vi a la Juez Decana, así era Manuela Carmena.Volví a verla la semana pasada, veinte años después, en el despacho de la ministra de Fomento, ya como alcaldesa de Madrid, la melena desmadejada, hundida en el sofá junto a su ahora inseparable capazo de paja, pausada en las formas, muy tensa en el fondo, desubicada, incómoda, muy incómoda, hasta el punto de que Ana Pastor intentó congraciarse ante una sesión fotográfica que parecía alargarse demasiado:-No nos gustan mucho las fotos, ¿verdad? -dijo Pastor con la sonrisa forzada.-No, no, se les atiende por cortesía -dijo Carmena con una débil voz.Me sentí decepcionado porque Carmena había cambiado: por cortesía no recibes a un imberbe e inexperto de 19 años capaz de provocar cualquier desmán con tus palabras. Aún así, en el fondo me dio igual porque lo que realmente me dolió es que Carmena reduzca el papel de la prensa a un colectivo que hay que atender por educación, obviando que es su obligación porque, como he repetido cientos de veces en esta columna, todo político debe rendir cuentas necesariamente ante la opinión pública y son los medios de comunicación los que reciben de la sociedad esa misión de ser plataformas para exigir a los políticos que expliquen lo que hacen, lo que no hacen y lo que dijeron que iban a hacer.La convocatoria para medios con motivo de la reunión de Pastor y Carmena iba a ser igual que la llevada a cabo para el primer encuentro de la ministra y Cifuentes: fotos al principio y declaraciones al final. A última hora Carmena pidió no comparecer y Fomento tuvo que rectificar y suspender las declaraciones. Para esto ya no había cortesía.Nada que ver, por supuesto, las sonrisitas en el posado junto a su mesa de trabajo de Pastor y Cifuentes, dos días antes, con la frialdad de la mesa camilla en la que la ministra y Carmena recibieron a los fotógrafos, con las fotos dedicadas de los dos reyes enmarcando la escena.Ahora bien, lo relevante es que lo de Pastor y Cifuentes fue una reunión de trabajo con toda la plana mayor de Fomento y como conclusión tres compromisos claros, mientras que la reunión con Carmena, pese a su trascendencia, se limitó a una toma de contacto.Obviamente la logística no parece que vaya a ser ni de lejos una prioridad para Carmena. En Madrid deberemos fiarlo todo a la presidenta de la Comunidad y, a tenor del contenido de la primera reunión, a más largo plazo. Con todo, en temas tan esenciales como los nodos logísticos intermodales y el futuro de Abroñigal Carmena y su equipo tendrán mucho que decir. Espero que el esnobismo “antinmobiliario” no perjudique estos proyectos logísticos esenciales para Madrid.