Ahora bien, no convendría olvidar la famosa ley de Lavoisier de que “la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, pues en esto de la economía sucede con los ahorros y los costes algo muy parecido, lo que hace necesario tomar cierta distancia desde la prudencia y desde el respeto, pues siempre lo que para uno es coste para otro es un legítimo ingreso.En un análisis de corto plazo, insisto en lo del corto plazo, uno observa las medidas de ANFAC y parece un Génesis de la riqueza y, además, universal, pero en el fondo lo que se favorece es la competitividad, que uno nunca termina de saber si es un valor o un eufemismo. Por tanto, tengamos presente que el ahorro ni se crea ni se destruye, se transfiere o se adquiere, en un complejo entramado de vasos comunicantes donde nada es gratis. Nada. Tampoco en logística.Hay ámbitos de ahorro de costes y de “mejora de la competitividad” que propone ANFAC que aparentemente no ofrecen dudas en torno a la capacidad creacionista del Plan de aportar ahorro y riqueza. Pero en el corto plazo no es así.Sirva como ejemplo la creación de nuevas infraestructuras de acceso a los puertos o la creación de reformas legislativas que impulsen la liberalización del ferrocarril. Las primeras no surgen de la nada, pues implican una inversión con el dinero de los impuestos de los ciudadanos, o sea, coste, y ya sé que no es lo mismo pero permítanme en este caso la asociación de conceptos. En cuanto a la legislación, no es nada en sí misma. Para que tenga efecto implica su “implementación”, es decir, que entren nuevos operadores, o sea, inversión, que o estaba ahorrada en el banco o hay que pedirla prestada y luego pagarla. Nada de generación espontánea.Más obvio es por ejemplo el caso de la propuesta de ahorro en la estiba, que tampoco sale de la nada. Si hay 15 millones de euros anuales menos para estiba es que se van a pagar 15 millones de euros menos a las empresas estibadoras. Ya sea por menos salario, ya sea por menos estibadores por mano, está claro que el ahorro de unos es ganar menos en el caso de otros, o no ganar. Coste.Por cierto, que a esto también se le llama productividad, otro eufemismo, aplicable a los 140 millones de ahorro propuestos por usar camiones de mayor capacidad, lo cual sólo es posible transportando más por camión pero con el mismo precio. ¿El milagro? Pregúntenselo a quienes tendrán que comprar camiones más grandes. Vasos comunicantes.En todo caso, lo curioso del Plan de ANFAC es que está diseñado para su sector pero ellos no ponen un euro. Todas sus medidas de mejora de la logística exigen inversión y coste para los demás menos para ellos. Es la magia.Obviamente, si vamos a una visión a largo plazo, la inversión es futuro y el ahorro y la productividad son competitividad para multiplicar la ventas, multiplicar los puestos de trabajo, multiplicar la inversión y la demanda de logística, con más transporte, más estiba y más riqueza. Está claro. A largo plazo. Eso sí, mientras tanto, sirva esta reflexión para entender un poco más a aquellos que estos días se rebelan contra el mantra del ahorro y a todos a los que se les pide que aguanten con fe el impacto directo de las medidas de ANFAC a la espera de un teórico mañana de beneficios indirectos.