La más volcada con nuestro sector logístico, seguro. Algo la conocíamos en persona y mucho por sus actos. El encuentro sirvió para confirmar el enorme optimismo que atesora Ana Pastor. Optimista es el que hace cosas, según decía el economista y comunicador Leopoldo Abadía. Y lo es porque, según su defendible argumento, espera que le salgan bien, porque si no, no las haría. La Ministra desgranó todas las muchas inversiones en marcha que tiene el Ministerio y que afectan directamente a nuestra logística. Sin que, en vivo y en directo, viéramos rastro alguno de esa bajada de velocidad de crucero que se supone que viven determinadas administraciones en estos periodos pre electorales. Dice la Ministra creer y querer seguir al menos cuatro años más en el poder. Y por el intenso nivel de actividad que expuso, no nos queda otra que creer que se lo cree. Ya ven, todo optimismo. Y está muy bien que así sea, en casi todos los aspectos. Por un lado, es verdad que hay proyectos que con cuatro años pueden concretarse o verse en el horizonte como muy realizables. Ahí el optimismo es más defendible. Otros, como la famosísima reforma de la estiba, requiere de una perspectiva global que expanda la horquilla temporal a varios lustros hacia atrás y, quizás, a algunos años hacia delante. El tema se prolonga en el tiempo de tal forma que lo que duran nuestros políticos en el mando no suele ser suficiente para conceptuar la auténtica envergadura del asunto. La relativa poca experiencia en esos temas puede llevar a un optimismo que nosotros no podemos compartir, a tenor de las veces que se ha fracasado en el objetivo en los últimos treinta años. Suele pasar que cuando llegamos a una empresa, casa o persona, tendemos a pensar que lo que nunca ha tenido arreglo lo va a tener con nuestra llegada. Que eso era así antes, pero eso era porque no estaba yo. Muy santa y muy sabia esa renovación de las ganas de hacer y conseguir, del ímpetu que muchos ya hemos perdido para algunas cosas. Pero ser simplistas en determinados temas es en parte sobrevaloración de nuestras fuerzas y en parte menosprecio a los que se encargaban antes de esos asuntos. Siempre se ha suspirado, en esto de la estiba, con que al menos dos de las tres partes se pusieran de acuerdo. Con eso se multiplicarían las posibilidades de conseguir un sistema de estiba más competitivo, estable y legal en España y en Europa incluso. Ya ven, no es poca cosa eso del acuerdo, aunque sea inicialmente entre dos partes. Ocurre que eso que nosotros tenemos claro que es tan valioso como difícil, lo nombraba la Ministra como algo casi hecho, sin darle importancia. "Empresas y sindicatos van a presentar una oferta conjunta". Que no digo yo ni que no ni que sí. Pero, tras treinta años escribiendo de esto, indicando que el tema iba para largo, que lo avanzado era irrelevante o nulo, que el asunto va a ser complicado... no veo por qué he de ser tan optimista como para pensar que por fin me equivocaré. Maldita imborrable experiencia.