En este sector del transporte y la logística también se habla mucho, de todo y a todas horas. Y cada cual cuenta su propia historia. Asociaciones, sindicatos y patronales, plataformas y colectivos, administraciones y particulares, contribuyen al debate sectorial con su propia voz generando a menudo un mensaje contradictorio. Lo cierto es que no siempre basta con escuchar las diferentes versiones alrededor de una misma historia para comprenderla mejor. Además de palabras hacen falta números, datos.En el caso del transporte de mercancías por carretera, los últimos años de crisis han abundado, especialmente a cargo de las asociaciones, en mensajes reivindicativos que a pesar de sustentarse sobre una realidad innegable, como era la paulatina pérdida de rentabilidad a causa del creciente desfase entre ingresos y costes, no estaban exentos de una buena dosis de victimismo, con la Administración como uno de sus blancos.La insistencia en este tipo de mensajes victimistas no siempre logra que éstos sean mejor aceptados. A veces producen el efecto contrario. Por ello, cuando hace unos días asistí a la rueda de prensa de balance de los dos primeros años de vida de la Asociación de Transportistas Autónomos del Puerto de Bilbao (ATAP) ya iba prevenido de antemano sobre la dosis de victimismo pertinente.Sin embargo, de todos los "males" a los que el sector atribuye su delicada situación (dumping social, competencia "desleal" del ferrocarril, peajes, precio del gasóleo, morosidad, incremento de costes, fiscalidad, etc.), y cuyo nivel de "injusticia" puede ser, según el caso, más o menos discutible, el de las ayudas públicas de la Administración Vasca resultó ser realmente esclarecedor, según puso ATAP de manifiesto.Efectivamente, aun en una época de restricciones presupuestarias como la que vivimos y con la prioridad puesta en lo social, los 314.000 euros presupuestados este año por el Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial del Gobierno Vasco para ayudas al sector del transporte público de mercancías y viajeros en el País Vasco suponen una cantidad ridícula si se tienen en consideración tanto la importante aportación del sector del transporte a la economía del país como los objetivos que dichas ayudas pretenden alcanzar. Pero mejor que las palabras hablan los números. En 2008, se destinaron 2,3 millones de euros a fomentar el abandono de la actividad. En 2015, son 150.000 euros. En 2011, las ayudas a sistemas de nuevas tecnologías y de seguridad para " lograr una mayor seguridad, calidad, transparencia y agilidad en la prestación del servicio", como anuncia el Gobierno Vasco, fueron de 100.000 euros. En 2015, apenas 40.000.Son tan solo dos ejemplos de un programa de apoyos "consecuente con los objetivos, estrategias y líneas de actuación del Plan Director del Transporte Sostenible de Euskadi", como asegura el Gobierno Vasco. Pero el sector del transporte por carretera en Euskadi no se siente apoyado. Por un puñado de euros.