Menú
Suscripción

Qué pena de profesión

No me gusta el corporativismo. De hecho es uno de los grandes males del planeta. Eso de que valga más quién que qué ha hecho, ha llevado a la ruina a países, partidos, instituciones, profesiones enteras.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 18:14

Lo bueno es que esas actitudes suelen tener su castigo. Lo malo es que suele ser muy tarde. Caen gobiernos, partidos, instituciones... por aquello de no reconocer la viga en el ojo o en los ojos propios. Si la viga está y se la ignora, acaba con nosotros, sin duda. Cuando el fallo propio es innegable, la opción no ha sido reconocer el error, ni mucho menos pedir disculpas. De propósito de enmienda ni hablamos. La salida ha sido inventar o agrandar vigas en los ojos ajenos (el famoso "y tú más") para acabar odiando a aquellos con quien se ha sido injusto. Es muy propio de este país eso de inventar cuando no hay argumentos para una buena noticia. Caiga quien caiga profesional o, lo que es más importante, personalmente. No dejes que la verdad te estropee una buena noticia, un buen argumento electoral, una buena coartada. Ya sabemos que en esta crisis se han cascoteado el rancho una larga serie de estamentos e instituciones. Tantas que ya la lista a la que se recurre es aquella que recoge los organismos, instituciones o gremios que siguen en pie. El periodismo no es uno de ellos. En muchos ámbitos informativos hemos tenido que leer y oír cosas realmente aterradoras, no ya por el fondo de la información, si no por la forma de tratarla. Escribimos de esto de vez en cuando, una de cada cien veces que nos dan motivos para ello. El lunes pasado fue uno de esos días en los que nuestros teóricos compañeros de profesión se cubrían de gloria. Las Provincias volvía a publicar un artículo de opinión en el que descargaba toda la artillería contra la APV en general y contra la Fundación Valenciaport en particular, sencillamente porque se llama igual que otra que acaban de cerrar en Alicante. Averiguar que nada tiene que ver el funcionamiento de la Fundación Valenciaport no ya con la de Alicante sino con ninguna otra institución dedicada a I+D+i en Europa, les hubiera costado unos minutos. Demasiada inversión. Sobre todo teniendo en cuenta que si el autor supiera qué es y qué hace realmente la Fundación no hubiera tenido más remedio que, en general, aplaudirla... y eso no vende. Informarse bien y contrastar datos, así nos lo enseñaron en la Facultad de Ciencias de la Información, es la base para hacer buen periodismo. Pero eso era antes. Ahora la realidad, los datos, molestan para que quede bien la verborrea histérica, histriónica e indocumentada. Mientras, los daños colaterales vuelven a caer, una vez más, en nuestro sector. Vuelve a ser totalmente gratuito insultar el trabajo de, en este caso, la Fundación Valenciaport y a las personas que hay detrás de él. Se vuelve a optar por tratar con el desprecio que en este país se trata a cuanto se ignora. Queda mono el artículo de referencia, uno más, chisposo y eso, basado en un guiso con todo revuelto: Alicante, Valencia, la huerta, Aznar, Adif, Ripoll, General Motors, Campoy, Flores... todo bien ligado con una mala baba peligrosísima por voluntaria y tozudamente ignorante. No, no todas las Fundaciones son iguales, ni todos los puertos, ni todos sus presidentes, ni todo lo que les rodea, ni todos los imputados, ni todos los periodistas. Qué pena... de profesión.