Menú
Suscripción

El pan de la precariedad

En esta nueva ola populista que consagra a la “gente” y a la “calle” como una apisonadora uniforme de indiscutibles razones, surge el concepto unívoco y sin matices de la defensa del débil para el que, de momento, no parece que estos nuevos grandes filósofos encuentren siempre vías de transformación estructural, sino, en ocasiones, más bien cuadros de excepcionalidad, que son pan sufrido y escaso para hoy y hambre para mañana.

  • Última actualización
    28 septiembre 2018 18:20

En el ámbito logístico no hay nada mejor que ejemplifique esta realidad que la del transportista autónomo por carretera, elevación a su máxima expresión de la debilidad general de este sector.Ahora que el ROTT está parado porque se cuestiona la limitación de un mínimo de tres vehículos para acceder al mercado y ahora que, tras una larga travesía en el desierto, la limitación de la cotización por módulos puede que sea objeto de inmediata derogación si cambia el color del próximo gobierno, deberíamos debatir en profundidad sobre qué es un sector débil y un sector fuerte y sobre qué estructuras son incapaces de caminar con paso firme cuando la balanza no está equilibrada.Hay una realidad evidente: las relaciones entre transportistas y cargadores sufren en España un dañino desequilibrio. En condiciones normales el cliente manda, siempre, sin duda, pero el prestador de servicios marca los límites y educa al cargador en todo aquello que no es ni digno, ni justo, ni sostenible pedir.Este sigue sin ser todavía el caso, en la mayoría de las ocasiones, en el ámbito del transporte por carretera, con unos márgenes exiguos y a veces incluso negativos, fruto de un cargador que aprieta hasta la extenuación y un sector que se pliega debido a la desesperación.Hay tres maneras de atacar este problema: romper con las reglas del juego, romper con la actual estructura sectorial o rendirse a la demagogia y reforzar desde el cortoplacismo teóricos beneficios.No voy a perder el tiempo con la opción de cambiar las reglas del juego. Ya sé que no está de moda el libre mercado, pero volver al intervencionismo estatal y a la ultrarregulación de la mano de las tarifas mínimas y demás instrumentos de regresión no es más que hacer tabla rasa por lo bajo, frenar el crecimiento y generar una burbuja artificial incompatible, por cierto, con el entorno europeo.Con respecto a romper con la actual estructura sectorial, les invito a reflexionar sobre si el actual desequilibrio es por que los cargadores son demasiado fuertes o los transportistas demasiado débiles. Seguramente las dos cosas, pero en el caso de los cargadores es una evolución lógica fruto del sistema, es decir, empresas cada vez más fuertes, mientras que en el caso de los transportistas no sólo es que no tengamos un núcleo amplio y sólido de empresas fuertes, sino que la dimensión empresarial media sigue siendo ínfima y no porque las reglas de la logística lleven a una evolución inversa, sino porque la propia legislación está favoreciendo una estructura de debilidad que no sólo mina el mercado sino que precariza al trabajador y, ojo, al autónomo.Es curioso el silencio de algunos ante las legislaciones que a lo largo de estos años han descapitalizado a las empresas de transporte, incitando a cambiar los conductores contratados por autopatronos y debilitando su situación. En cambio, cuando se exige una estructura empresarial mínima que garantiza la pervivencia o cuando se acaba con el distorsionador sistema de módulos que fomenta las estructuras empresariales precarias todo son movilizaciones.¿Realmente así se protege al eslabón más débil de toda la cadena logística? ¿Realmente se garantiza el futuro del autónomo y del sector salvaguardando la estructura que alimenta su precariedad?