Les confieso que no me interesa demasiado el debate político general y bastante menos el local, así que no voy a entrar a valorar nada que no tenga que ver con la posible influencia de los resultados electorales en nuestro sector.Imagino que como buenos seguidores de esta publicación leyeron a conciencia el reportaje que este Diario publicó sobre los programas electorales de las diferentes fuerzas políticas en las autonomías. Como tónica general, y debido a las escasas competencias de las autonomías en materia de grandes infraestructuras, la mayor parte de los textos programáticos se quedaban en una cáscara infinita de buenas intenciones, desarrollo sostenible y múltiples promesas de "exigencias" al Gobierno central.La realidad es que poco, o bastante poco, se va a poder modificar la política de infraestructuras en España hasta las elecciones generales de finales de año, pero seguro que el ajuste fino va a llegar en otros asuntos que no son menores.Me refiero, por ejemplo, a las presidencias de las autoridades portuarias, unos cargos tan sumamente relevantes que se pueden convertir en moneda de cambio dentro del panorama general de pacto, repacto y recontrapacto que nos podemos encontrar en determinadas comunidades autónomas.Como sabrán, son las comunidades autónomas las que proponen el nombre del presidente o presidenta del Consejo de Administración de su autoridad portuaria y, posteriormente, es Puertos del Estado quien da el visto bueno del Gobierno central.¿Qué nos gustaría? Por pedir, nos gustaría que se respetase a quien está haciendo las cosas bien y con una gestión acertada, al margen de cualquier color político. Como parece que esta quimera no es posible en este país, nos conformaríamos con que estos cargos sean ocupados por personas con una clara y definida experiencia en el sector, por profesionales a los que no haya que explicarles qué es un contenedor, un puerto o una zona de actividades logísticas.Si esto tampoco es posible, también nos resignaríamos con algún perfil empresarial, con alguien que haya tenido que afrontar una cuenta de resultados, gestionar recursos propios o que incluso haya sido usuario de un puerto.Estamos seguros de que en cualquiera de estos tres casos los nuevos presidentes o presidentas se rodearían de un buen equipo e incluso mantendrían el que existe con algún refuerzo con el propósito de seguir una línea coherente.Y también estamos convencidos de que si finalmente se opta por un perfil exclusivamente político, fruto de una política de cambio de cromos motivada por un pacto, lo más probable es que todos salgamos perdiendo.Desgraciadamente, la voz de nuestro sector no se escucha tan alto como muchos de nosotros quisiéramos. Por nuestra parte no vamos a parar de reivindicar lo que creemos que es justo... y necesario.